Mientras nadie lo veía, y con la sola presencia de su fotógrafo personal; el líder del Tercer Reich ensayaba en secreto todos y cada uno de sus frenéticos movimientos en Münich.
Adolf Hitler ensayando sus discursos. Foto: Heinrich Hoffman.
Adolf Hitler no dejaba nada librado al azar. Pese a que creía firmemente en el destino y pese a que sentía que todo lo que hacía y decía estaba guiado por la providencia, como llevado "desde el más allá", había aspectos de su vida a los que prestaba particular atención y de los que se preocupaba en cuidar y acomodar según su propia necesidad y conveniencia.
La famosa oratoria, sanguínea, violenta y con ciertos toques histriónicos fue una auténtica marca registrada del dictador, algo que pudo advertirse desde sus comienzos en la vida pública y política. Esa innata capacidad de enfrentar a las multitudes y hablar hasta conmoverlas y convencerlas, era cuidada hasta el mínimo detalle por el Führer nazi, que condujo a fuego y sangre los destinos del Tercer Reich alemán.
Eso mismo es lo que capturó con su cámara su fotógrafo personal, Heinrich Hoffmann; el hombre que también le presentó a Eva Braun, una joven muchacha de rizados cabellos rubios que trabajaba como su asistente y que, poco después, se convertiría en la mujer que acompañó al tirano durante toda su vida. En los momentos en los que Hoffmann no retrataba al líder del Partido Nazi en sus giras y mitines, se tomaba el tiempo para ayudarlo con su particular estilo de oratoria.
Eran, en cierto modo, las "clases de actuación" de Hitler.
Los gestos ensayados por el líder nazi. Fotos: Heinrich Hoffmann.
Era un dúo que funcionaba a la perfección: al magnético discurso de Hitler, Hoffmann le sumaba imágenes perfectas, con profundo dramatismo en blanco y negro; que dejaban ver "el mejor perfil" del nazi; unas fotos que servían de guía para saber cómo debía moverse y gesticular.
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Inicialmente, Hoffmann tenía un pequeño estudio ubicado en Schellingstrasse N°50, tras lo cual -en 1929- se mudó a uno más espacioso y moderno, llamado "NSDAP-Photohaus Hoffmann" (Partido Nazi - Estudio fotográfico Hoffmann), en las esquinas de las calles Amalienstrasse y Theresienstrasse de la ciudad de Münich, donde hacía retratos, además de vender rollos y máquinas fotográficas.
Allí, en el estudio fotográfico de Hoffmann, Hitler también era un dictador y no dejaba de ordenarle al artista cuáles fotografías suyas debía conservar y cuáles descartar. Fue ese el método que encontró el legendario fotógrafo, capturando para la posteridad las imágenes de un Hitler que ensayaba como el más avesado actor de cine todos y cada uno de sus movimientos para que no escaparan de su control y tuvieran un ciento por ciento de efectividad. Hoffmann retrató en innumerable cantidad de oportunidades a un Hitler que en la intimidad practicaba y buscaba mejorar su técnica retórica, pero cada vez que el dictador observaba las tomas que había realizado el gran fotógrafo, sacaba sus propias conclusiones y le ordenaba que destruyera los negativos y no mostrara esas fotos a nadie, por nada del mundo, nunca más.
Hitler practica sus movimientos en el estudio. Foto: Heinrich Hoffmann.
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Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial; Hoffmann fue acusado de participar de diversas actividades pro nazis y cayó detenido a manos de las fuerzas de ocupación norteamericanas en Alemania; una oportunidad que les permitió a sus captores requisar sus pertenencias y quedarse con muchos de los negativos originales de centenares de esas fantásticas y reveladoras fotografías.
Afortunadamente Hoffmann no le hizo caso a Hitler y -de algún modo- logró poner a resguardo la casi totalidad de un asombroso material gráfico que hoy adquiere un valor especial. Al ser liberado, recién en 1955 luego de cumplir una condena a diez años de prisión, finalmente se animó a sacar a la luz las imágenes que terminaron ilustrando las páginas de un libro de su autoría, al que tituló "Yo fui amigo de Hitler".
El vivo retrato de la agresividad. Fotos: Heinrich Hoffmann.
Decía Hoffmann en el prólogo: "Adolf Hitler parece un bufón en algunas de las fotos, pero ésto demuestra que él estaba experimentando con su imagen. Es decir, Hitler fue un político muy moderno para su época".
Los movimientos bajo control. Fotos: Heinrich Hoffmann.
A casi 90 años de haberse tomado esas imágenes de un Hitler que -en 1934- ensayaba fríamente sus frenéticos movimientos en la soledad de un estudio fotográfico, resulta evidente el valor que el líder de la Alemania nazi le dio a la imagen y al lenguaje corporal tras su imparable objetivo del control total de las masas. Para mal de muchos, millones de seres humanos que perecieron como víctimas de la barbarie totalitaria y hitleriana; lo hizo con la más absoluta efectividad.
Referencias:
Instagram: @marcelo.garcia.escritor
Este artículo no expresa ideología política. Sólo investigación histórica y periodística.
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