Cómo quedó configurado el mapa mundial después de la Primera Guerra. El rol de Alemania y la lucha de poderes entre el comunismo y el nazismo.
El 1 de septiembre de 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial, la guerra más trágica que ha conocido la humanidad, tan solo 21 años después de la Primera Guerra Mundial, otra gran catástrofe humanitaria. ¿Cómo se llegó a esta situación?
Empecemos por el principio. Al finalizar la primera guerra mundial las potencias vencedoras (Francia, Gran Bretaña y EEUU) se enfrentaron al dilema de qué hacer con Alemania. Básicamente había dos posiciones: dejarla débil y fragmentada, o reinsertarla en el concierto europeo de naciones con ciertas capacidades.
Finalmente, la paz de Versalles se firmó en 1919 dejando a los alemanes con una perdida del 13% del territorio y con resentimientos que serían luego explotados por el nazismo. Pero esta nueva paz, destinada a ser la que acabara con todas las guerras, no cumplió con su cometido.
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Desde el final de la Primera Guerra Mundial, Alemania quedó excluida del nuevo orden mundial, y para reincorporarse tuvo que enviar señales a las potencias occidentales de que, aun en situación de debilidad, podía amenazar el status quo. Un claro ejemplo de esto fue el primer acuerdo germano-soviético de 1922, conocido como el Tratado de Rapallo, en el que ambos países restablecían relaciones diplomáticas. Una cláusula secreta permitía al ejército alemán entrenar tropas en suelo soviético, además de probar e intercambiar tecnología militar. La misma sería vetada luego por los nazis al llegar al poder.
Este tipo de acercamiento fue visto como una amenaza para el nuevo orden europeo, y Gran Bretaña consideró necesario volver a atraer a Alemania hacia la esfera occidental. Durante el periodo comprendido entre 1922 y 1929, los alemanes fueron incluidos en la Sociedad de las Naciones, así como en acuerdos de mantenimiento de la paz internacional.
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Sin embargo, los primeros años de la década de 1930 estuvieron marcados por inestabilidad económica, social y política, caldo de cultivo para el avance del comunismo. En este contexto Hitler, manifiesto anticomunista, llegó al poder en Alemania. Sin embargo, el estado nacionalsocialista no contaba con las capacidades porque una Alemania débil no podría contener a los movimientos bolcheviques; por lo tanto, reforzar su poder se convirtió en una prioridad.
En 1935 Gran Bretaña firmó un acuerdo naval con Alemania, lo que permitió a Hitler recrear una flota de guerra. Posteriormente, el rearme alemán se aceleró y se reintrodujo el servicio militar obligatorio. ¿Por qué no se detuvo esta escalada? Lord Rothermere, editor del periódico británico Daily Mail, comentó que lo que se estaba haciendo con Alemania era levantar una valla contra el comunismo. Pierre Laval, ministro de Relaciones Exteriores de Francia en 1936, expresó ante el embajador alemán en París que comprendía que los alemanes atacarían Rusia en un futuro.
¿Hasta qué punto estaban dispuestos a llegar los europeos occidentales para evitar la amenaza comunista? En 1936, un avión partió desde Gran Bretaña hacia las Islas Canarias para recoger a Francisco Franco. Este fue trasladado a Marruecos, desde donde se inició el alzamiento militar contra la Segunda República Española, iniciando la guerra civil española. En ella los alemanes tendrían la oportunidad de probar todo su armamento.
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Después de haber probado las fortalezas del ejército alemán durante la guerra civil española, Hitler se sintió con confianza de reclamar territorios con los cuales restaurar el imperio alemán. Se había vuelto tan fuerte que parecía ya no querer ser una mera herramienta para luchar contra los soviéticos. El primer estado que absorbieron los alemanes fue Austria. Luego de un plebiscito, Austria dejo de existir y pasó a ser parte del nuevo Reich.
El próximo objetivo fue Checoslovaquia: para resolver esta cuestión, se convoco una conferencia en Múnich en 1938 en donde se reunieron Neville Chamberlain, primer ministro británico, Benito Mussolini, primer ministro de Italia, Édouard Daladier, primer ministro de Francia, y Adolf Hitler. Entre los cuatro decidieron la partición de un territorio que no les correspondía. A dicha reunión no se invitó ni al presidente de Checoslovaquia ni a Stalin, el líder de la URSS, quien tenía a los alemanes cada vez más cerca.
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"¿Qué han hecho ustedes? Por nuestra parte, no veo otro resultado que una cuarta partición de Polonia", fueron las palabras de Vladímir Potemkin, subcomisario de Asuntos Exteriores de la URSS, dirigidas al embajador francés. Después de los Acuerdos de Múnich, los soviéticos se encontraban cada vez más acorralados y tuvieron que apostar por tentar a Hitler con el premio polaco. Tanto alemanes como rusos odiaban al nuevo estado polaco, considerándolo una creación del Tratado de Versalles que les había arrebatado territorios a ambas naciones.
¿Pero había posibilidad de un acercamiento germano-soviético? Cuando hay intereses de por medio, la ideología pierde relevancia. Increíblemente, las bases para dicho acercamiento las generarían Francia y Gran Bretaña al dar garantías a Polonia de que defenderían su integridad territorial y no permitirían a Hitler adueñarse de ella. Esto le dio a Stalin la oportunidad de ofrecer al líder nazi lo que las potencias occidentales no podían.
El desmembramiento del estado polaco provocaría la reacción de Gran Bretaña y Francia, haciendo inevitable la guerra para las democracias occidentalesEncontrá más vídeos.
Mediante gestos indirectos, Stalin mostró señales de acercamiento hacia los alemanes, la más destacada de ellas un discurso en el que afirmó que no iba a "sacar las castañas del fuego" a los instigadores de la guerra. Dos semanas después, Hitler pronunció un discurso similar. Poco tiempo después, sucedió lo impensable: Alemania y la Unión Soviética firmaron el Pacto de No Agresión Ribbentrop-Molotov, con el cual no solo se realizó la cuarta partición de Polonia, sino que Stalin también logró empujar a Hitler hacia Occidente.
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