Busca el acercamiento a China, potencia emergente, pero sin resentir su histórica relación con Estados Unidos, que le ha proporcionado seguridad y estabilidad durante décadas. El futuro del reino depende de cómo logre equilibrar estas relaciones.
Faisal bin Farhan, ministro de Exteriores de Arabia Saudita. Foto: Tobías Paura/Canal 26
Arabia Saudita es uno de los grandes actores regionales que existen en Medio Oriente. Su condición de mayor exportador de petróleo; de ser el país donde se ubican La Meca y Medina, sitios sagrados para quienes profesan el islam; y su histórica relación con Estados Unidos lo ha convertido desde su fundación en la década de 1930 en una referencia obligada para entender la realidad geopolítica del Medio Oriente.
Sin embargo, hoy los 3 ejes están en discusión, y las decisiones que tome Mohamed bin Salman (MBS), el líder de facto de Arabia Saudita, serán fundamentales para asegurar –o no- el futuro del reino.
Mohamed bin Salman es el príncipe heredero de Arabia Saudita. Reuters
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La clave para entender el surgimiento de Arabia Saudita reside en la alianza entre la casa Saúd y el wahabismo en el siglo XVIII. Este movimiento, liderado por Mohamed ibn Abd al-Wahab, ofrecía una interpretación puritana y estricta del islam que se convirtió en la base ideológica para legitimar el dominio político de la familia Saúd. La unión de poder político y autoridad religiosa permitió a la casa Saúd consolidarse, y, a lo largo del siglo XX, esta alianza fue fundamental en la creación del reino que conocemos hoy.
En 1932, Abdulaziz ibn Saúd unificó diversas tribus del desierto bajo el estandarte de un reino basado en el wahabismo, lo que le proporcionó cohesión y una fuerte identidad religiosa, esencial para la estabilidad del reino y su consolidación como un actor clave en la región.
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Un punto de inflexión clave para Arabia Saudita ocurrió en la década de 1930 con el descubrimiento de enormes reservas de petróleo en su territorio, lo que transformó al reino en una potencia energética, y fue un factor fundamental para cimentar su relación con Estados Unidos. En 1945, el rey Abdulaziz y el presidente Franklin D. Roosevelt firmaron el histórico acuerdo de “petróleo por seguridad”, un pacto estratégico que garantizaba que Arabia Saudita proporcionaría un suministro estable de petróleo a Estados Unidos, mientras este le aseguraba defensa militar y estabilidad en un Medio Oriente que pronto se llenaría de tensiones.
Rey Abdulaziz de Riyadh en el Festival Falconry2022, REUTERS
Este acuerdo sigue vigente, y durante décadas ha sido la piedra angular de la política exterior saudí. La estabilidad y la protección estadounidense permitieron a Arabia Saudita desarrollarse como una monarquía sólida y respetada, con influencia significativa en la región.
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Ante la amenaza que representa la transición energética global, Arabia Saudita ha lanzado la ambiciosa "Visión 2030". Este plan tiene como objetivo diversificar la economía saudí, reduciendo su dependencia del petróleo y expandiendo sectores como la energía renovable, el turismo y las infraestructuras. Para ello, China ha emergido como un socio clave, invirtiendo en proyectos de infraestructura y colaborando en el desarrollo de energías limpias.
Mohamed Bin Salmán (heredero al trono saudí) y Xi Jinping. Foto: Ministerio de Asuntos Exteriores de Arabia Saudita
Este acercamiento a China ha generado tensiones con Estados Unidos, que todavía garantiza la seguridad del reino. Mientras Arabia Saudita busca equilibrar sus relaciones con ambos gigantes, se enfrenta al desafío de mantener su independencia estratégica y evitar depender demasiado de cualquiera de ellos.
Sin embargo, Arabia Saudita no solo enfrenta desafíos externos. La estabilidad interna del reino ha sido puesta a prueba, especialmente tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, un incidente que manchó la reputación internacional del país y generó tensiones con Occidente. Aunque el liderazgo del príncipe heredero Mohammed bin Salman ha impulsado reformas internas, como la ampliación de las libertades sociales y económicas, también ha generado controversia, especialmente en torno a los derechos humanos.
La dependencia del petróleo sigue siendo una vulnerabilidad central. El riesgo de una transición energética global más acelerada podría desestabilizar la base económica saudí. Asimismo, el acercamiento a China plantea interrogantes sobre la viabilidad del pacto con Estados Unidos. ¿Qué pasaría si Washington dejara de garantizar al reino su seguridad?
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Hoy, Arabia Saudita se encuentra en una encrucijada. Por un lado, busca diversificar su economía y forjar nuevas alianzas con potencias emergentes como China; por otro, necesita mantener su histórica relación con Estados Unidos, que le ha proporcionado seguridad y estabilidad durante décadas. El futuro del reino depende de cómo logre equilibrar estas relaciones y enfrentar los desafíos de un mundo cada vez más interconectado y menos dependiente del petróleo.
Faisal bin Farhan, ministro de Exteriores de Arabia Saudita. Foto: Reuters.
Quizás una decisión en uno de esos sentidos se pudo apreciar la semana pasada. Mientras en Rusia se desarrollaba la cumbre del BRICS+, bin Salman decidió reunirse con Antony Blinken, Secretario de Estado de los Estados Unidos. Arabia Saudita está invitada a unirse al bloque, y MBS fue invitado a asistir a Rusia…
En un Medio Oriente siempre convulso, Arabia Saudita debe redefinir su papel como potencia regional y global, mientras navega en un contexto de crecientes tensiones y cambios estructurales en la economía mundial. Lo que está en juego no solo es su futuro económico, sino también su estabilidad política y social en las próximas décadas.
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