La sabana tropical, rica en biodiversidad y estratégica para los ríos amazónicos, enfrenta un dramático incremento en la tala, desafiando los esfuerzos ambientalistas.
Por Canal26
Viernes 19 de Enero de 2024 - 10:37
En los últimos años, la sabana tropical brasileña, conocida como el Cerrado, experimentó un auge preocupante en la deforestación, superando a la Amazonia como el epicentro de la pérdida de vegetación nativa en el país. Los datos gubernamentales revelaron un aumento del 44% en el área afectada por la tala solo en 2023, marcando el tercer incremento anual consecutivo y la cifra más alta desde que comenzaron los registros en 2018.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva en la lucha contra la deforestación, la falta de medidas "contundentes" para proteger el Cerrado dejó ver un retroceso en los discursos ambientalistas y en las decisiones que beneficiaron, poco a poco, a la Amazonia.
Mientras la Amazonia ve disminuir la destrucción de su vegetación nativa, el Cerrado se enfrenta a una realidad alarmante, con 7.852 kilómetros cuadrados de su extensión perdidos en 2023, equivalente a cinco veces el tamaño de la ciudad de Bogotá, en Colombia.
Tan solo en 2023 el área afectada por la tala subió un 44 %.
Este escenario contrasta con la riqueza biológica del Cerrado, hogar de más de 12.000 especies de flora y fauna, incluyendo jaguares y osos hormigueros. A pesar de su importancia y su papel crucial como el "tanque de agua" de Brasil, ubicado sobre los principales acuíferos del continente, el Cerrado enfrenta un "escenario de desprotección muy grande", según Yuri Salmona, director del Instituto Cerrados, una ONG dedicada a la conservación.
“Se construyó una narrativa nacional e internacional de que se soluciona la cuestión ambiental protegiendo la Amazonia, como si fuese una isla”, expresó. Pese a la importancia de la sabana, el experto denunció un “escenario de desprotección muy grande” debido a la escasez de áreas de conservación y a una legislación muy permisiva.
La disparidad en la legislación agrava la situación, ya que el Código Forestal impone a los propietarios rurales del Cerrado preservar solo el 20% de la vegetación nativa, en comparación con el 80% en la Amazonia. Esto permitió la legalidad de gran parte de la tala en propiedad privada, impulsando la expansión agropecuaria y amenazando los recursos hídricos de la región, responsable del 54% del valor de la producción agrícola del país.
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Ante la resistencia de la "bancada ruralista" en la Cámara Baja, que defiende los intereses de grandes propietarios de tierras, modificar el Código Forestal se vuelve una tarea difícil. Sin embargo, la sociedad civil busca alternativas, como la iniciativa de la ONG "Save Cerrado", que recauda fondos en el sector privado para remunerar a los propietarios rurales que optan por no talar.
El Cerrado es considerado el “tanque de agua” de Brasil.
La organización paga alrededor de 450 reales mensuales (aproximadamente 90 dólares) por hectárea preservada, un precio que el director de la ONG, Paulo Bellonia considera “competitivo”, y con el que lograron llegar a acuerdos para proteger 180 kilómetros cuadrados.
Aunque esta estrategia logró proteger una parte del Cerrado, la ONG busca con urgencia más recursos mientras el Gobierno, según la ministra de Medioambiente, Marina Silva, aboga por un "pacto" con el sector agrícola para aumentar la producción sin comprometer la expansión predadora en el ecosistema.
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