Fue uno de los más extraños y no tan difundidos episodios de la Segunda Guerra Mundial. Esta es la historia.
Batalla por el castillo de Itter, alemanes y estadounidenses del mismo lado.
La batalla librada el 5 de mayo de 1945 en el final de la Segunda Guerra Mundial, no ha sido una más. Fue uno de los hechos más curiosos e inesperados del más violento conflicto bélico de la historia. Tuvo lugar apenas cinco días después de que la Alemania nazi se rindiera tras la entrada de los soviéticos a Berlín, luego del presunto (y nunca jamás demostrado) suicidio del Führer Adolf Hitler en el búnker subterráneo de la Cancillería, y dos días antes de que el Alto Mando Alemán se rindiera incondicionalmente en Reims, Francia: pese a que "elementos residuales" del Ejército Centro Alemán seguirían resistiendo hasta el 11 y el 12 mayo.
En una apartada colina cerca de Itter, en Austria, se encontraba el castillo medieval bautizado con el mismo nombre; un sitio de cuya defensa se encargó inicialmente el ejército de los Estados Unidos. Pero esa no es la particularidad de los hechos, sino que en esa oportunidad, las fuerzas norteamericanas contaron con la ayuda de prisioneros franceses, miembros de la resistencia austríaca y lo que es más extraño todavía, de soldados alemanes de la Wehrmacht.
Por el bando estadounidense participaron el 23º Batallón Blindado de la 12ª División bajo el mando del teniente John C. Lee Jr. Los 14 prisioneros eran grandes personalidades, políticos, miembros de la resistencia, sindicalistas e incluso deportistas, encarcelados allí por los nazis tras la invasión de Francia en junio de 1940. Entre los detenidos estaban los antiguos primeros ministros Edouard Daladier y Paul Reynaud, la hermana mayor de Charles de Gaulle, y el jugador de tenis Jean Borotra, entre otros destacados. Lo notable del caso es que a su ayuda acudieron soldados antinazis del ejército alemán (quienes posiblemente viendo lo que se avecinaba, decidieron cambiar de bando). ¿Pero contra quién luchaban entonces esos soldados? El "enemigo" era en este caso nada menos que la 17ª División de Granaderos Panzer de las Waffen-SS. El desarrollo de los acontecimientos parece -sin exagerar- sacado de una película de Hollywood.
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Todo comenzó el 2 de mayo, cuando en el castillo se suicidaba el último comandante de Dachau, Eduard Weiter. Al día siguiente Zvonimir Cuckovic, uno de los prisioneros en el castillo, miembro de la resistencia comunista yugoslava, consiguió escapar llevando un mensaje del comandante de la prisión. Con él llevaba una misiva escrita en inglés que debía entregar al primer americano que lograra encontrar. Se dirigió a Innsbruck, que está a unos 64 kilómetros de allí y esa misma tarde llegó a las afueras de la ciudad donde se encontró con la avanzada de la 103ª División de Infantería norteamericana, informando sobre la existencia del castillo y también de los prisioneros. El 4 de mayo y viendo que Cuckovic no regresaba, el comandante de la prisión Sebastian Wimmer decidió abandonar el castillo seguido de sus hombres de las SS pero los prisioneros lograron tomar el control como así también las armas dejadas por los nazis. El prisionero checo Andreas Krobot llegó hasta la localidad de Wörgl (abandonada por la Wehrmacht pero reocupada por las SS) y contactó finalmente con la resistencia austríaca. Así, logra ver al mayor Josef Gangl, comandante de lo que queda de una unidad de la Wehrmacht que, desobedeciendo las órdenes de retirada, se une -inesperadamente- a la resistencia.
El castillo de Itter.
Soldados de Estados Unidos. En recuadro: Capitán Lee (izquierda) y el Mayor Gangl (derecha).
Josef Gangl y sus hombres defendieron a los austríacos de las posibles represalias de las fuerzas de las SS, y así se movilizaron calle por calle, puerta a puerta, además de conseguir llegar hasta la pequeña unidad de 4 tanques Sherman, del 23º Batallón Blindado comandado por el capitán Lee que se encontraba estacionado en Kufstein, unos 13 kilómetros al norte de allí, con una gran bandera blanca en busca de ayuda. Lee obtuvo el permiso del cuartel general para acudir en misión de rescate en ayuda de Gangl y lo hace con sólo 14 hombres a su disposición y un tanque que se suman a Gangl y sus diez soldados de artillería alemanes. Una auténtica aventura que podría llevarlos al desastre. A mitad de camino se enfrentaron a un grupo de las SS a las cuales terminaron derrotando.
El general francés Maxime Weygand (a la derecha) y su esposa, abandonando el castillo el 5 de mayo de 1945.
Édouard Daladier y Maurice Gamelintros, rescatados tras la batalla.
Una vez en el castillo cayeron en la cuenta de que los franceses han organizado la defensa liderados por un oficial de las Waffen-SS que se ha quedado para ayudarles. Lee colocó su tanque Besotten Jenny bloqueando la entrada principal, y a sus hombres en posiciones claramente defensivas, pero a pesar de que ordenó a los prisioneros franceses ocultarse, estos se sumaron valientemente a la defensa.
En la mañana del 5 de mayo llegó el ataque de las Waffen-SS con una fuerza de entre 100 y 150 hombres (la defensa consistía en 25 soldados más los prisioneros franceses).
El "equipo" menos pensado: alemanes y estadounidenses, se dan la mano.
El castillo de Itter en la actualidad.
Cuando llegó la tarde las cosas iban de mal en peor para los defensores del lugar, que habían visto como las SS destruían el tanque. Por fortuna para ellos, hacia las 4 de la tarde llegaron los refuerzos del 142º Regimiento de Infantería, que consiguió doblegar a los atacantes y hacer más de 100 prisioneros entre los efectivos nazis. Gangl murió durante el combate a manos de un francotirador, fue nombrado héroe nacional en Austria e incluso le dedicaron una calle en Wörgl colocándole su nombre.
Esta batalla está considerada la más extraña de toda la Segunda Guerra Mundial, ya que es la única en que soldados aliados y alemanes lucharon juntos contra un enemigo común. Incluso, tal vez haya sido la fuente de inspiración que posteriormente dio lugar a la famosa película "La Fortaleza", dirigida en 1969 por Sydney Pollack.
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Twitter: @mdGarciaOficial
Nota: El artículo no expresa ideología política, solo investigación histórica.
Fotos: archivo.
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