Foto: presidencia de la Nación.
Por Sebastían Dumont
"Les pido que saquen esta foto, porque aquí estamos los que estamos convencidos de lo que hay que hacer en Argentina, y no habrá tapas de diarios y ni sentencias judiciales no que nos lleve a hacer aquello que debemos hacer en favor de los argentinos”.
Brutal y descarnada apelación de Alberto Fernández a la necesidad de ejercitar la política “fotogénica”. Casi como justificar la realización del acto en Ensenada sólo para poder mostrar esa imagen. Los integrantes de la coalición del Frente de Todos volvieron a mostrarse juntos. Además del Presidente, estuvieron Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof, el brazo ejecutor de CFK en la provincia de Buenos Aires. La necesidad de dejar claro que no hay ruptura confirma que los ruidos internos están a la orden del día. Y se expusieron con mucha notoriedad.
El reciente fallo de la Corte Suprema y la postura del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires le vino bien al gobierno para cerrar filas y apuntar a un enemigo en común. Con ello busca disimular las grietas puertas adentro luego de una exposición demasiado elevada. Donde, incluso, hay quienes soñaron con ver un atisbo de independencia de Alberto Fernández en tres medidas.
La primera de ellas fue la firma de la extensión provisoria en la concesión de la Hidrovía ejecutada por el Ministro bonaerense más cercano al Jefe de Estado Gabriel Katopodis. Sucedió en momentos donde la presión de los ultra cristinistas buscan que vuelva a manos del Estado.
La otra medida fue la extensión de las restricciones por la pandemia de Covid sin cambios profundos y lejos de lo que pedía a gritos Axel Kicillof.
La última, y más polémica, fue el intento de echar a Federico Basualdo de la subsecretaría de Energía Eléctrica. Hasta allí llegó. Lo demás es super conocido. Tras ese episodio se produjo el regreso a la escena pública de Cristina Kirchner desde las redes sociales, su cadena nacional digital, aunque con el tema que más la desvela: el judicial. Para otra de sus obsesiones, la energía, fue el gobernador quién destacó el trabajo como funcionario de Basualdo. No hay ningún movimiento que se origine desde la ciudad de La Plata, que no tenga el aval de Cristina. Todos y cada uno de ellos. Hasta los más mínimos.
En el camino de las señales necesarias para dar, no puede ser despreciado el sitio donde se eligió para mostrar la foto mencionada. El distrito de Ensenada es gobernado por Mario Secco, intendente de los más duros en su alineamiento con Cristina Kirchner que no forma parte de quienes suelen hablar más con Alberto Fernández, guiados por Juan Zabaleta. Es más, entre ellos había ciertas dudas de cuál iba a ser el tenor de los discursos. Se aventuró con una réplica del acto de fin de año en La Plata donde la actual vicepresidente dejó en claro cuáles eran los lineamientos, sobre todo en materia económica, el motivo central de la tensión presente por estas horas, con eje en el aumento de las tarifas y la necesidad de ampliar el gasto social.
Cualquier análisis que se precie de tal en los objetivos del Frente de Todos no puede dejar de recordar el resultado de las elecciones del 2019. De los casi 2 millones de votos de diferencia que obtuvo la fórmula ganadora, un millón y medio se obtuvo en el Gran Buenos Aires. Por eso, Alberto Fernández, más allá de su discurso federal, gobierna para el conurbano. Es decir, debe cuidar el electorado que no es de él. Es de Cristina. Porque el otro sector, de clase media que vive en el mismo lugar, pero fluctúa en sus decisiones electorales, lo cuida Sergio Massa.
El Presidente de la Cámara de Diputados se ha convertido en dador de buenas noticias dentro de la coalición. La más notoria fue el alivio fiscal al eximir del pago de ganancias a más de 1,2 millones de trabajadores, jubilados y pensionados. Pero no es lo único. En momentos donde se lo ve al presidente de los Estados Unidos Joe Biden haciendo “peronismo”, Massa saca a relucir sus vínculos con la política norteamericana como ningún otro integrante del oficialismo. No pasó por alto la cena en su casa con los enviados del presidente Demócrata, el director jerárquico para Asuntos de Latinoamérica del Consejo de Seguridad Nacional Juan González y a la secretaria Adjunta Interina para Latinoamérica del Departamento de Estado Julie Chung, junto con la encargada de Negocios MaryKay Carlson y el ministro Consejero Interino Chris Andino.
A ello hay que sumarle el encuentro virtual reciente con Gregory Meeks, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de EE.UU. quien acaba de expresar que "Estados Unidos debería hacer más para encontrar una solución a largo plazo para Argentina en las conversaciones de reestructuración de deuda". y agregó: “La participación de Estados Unidos en la negociación de Argentina con el FMI debe consistir en que todos se sienten a la mesa para encontrar una solución a largo plazo para la reestructuración de la deuda de Argentina". Si bien es vital mantener la confianza, también es fundamental que reunamos a todas las partes interesadas para encontrar una solución y hacerlo lo más rápido posible".
Meeks planteó que EE.UU. debe asegurarse de que cualquier acuerdo con el FMI "no prolongará los desafíos económicos que también enfrenta el país" durante la pandemia. Una expresión en línea, incluso, con la que pregona el Papa Francisco para el problema de los países endeudados. Por eso ya se habla del “Queen (Puente) Tigre”, entre EEUU y la Argentina.
La exaltación a la política económica de Biden puesta de manifiesto por Cristina Kirchner y Axel Kicillof choca con la mirada de un peronista ortodoxo quien analiza con una definición muy interesante los movimientos del sucesor de Donald Trump. “Los demócratas siempre arrancan con alguna medida hacia un sector más abandonado, después de Vietnam que tienen que buscar apoyo interno para las operaciones con sangre fuera de sus fronteras, los Republicanos se nos parecen más (a los peronistas)”.
Con la elección a la vista, el gobierno sabe que la unidad es necesaria para volver a ganar en el conurbano. Las tensiones internas no producirán una ruptura. Mucho más porque como suele escuchar en sus rondas de consulta la ex gobernadora María Eugenia Vidal, sólo hay posibilidades reales de ganarle al gobierno si se divide, pero además debe darse la discusión de esa hegemonía desde una mirada peronista territorial. De allí los cuestionamientos que escuchó la semana pasada sobre la posible ruptura de Juntos por el Cambio si se insiste con un candidato porteño para la provincia de Buenos Aires. La irrupción de una tercera o cuarta opción aún no está claro a quién podría perjudicar o beneficiar más. Pero no surgiría de un desprendimiento interno del oficialismo. Otra señal: Máximo Kirchner no asumirá el PJ bonaerense hasta diciembre que seguirá en manos de Gustavo Menéndez, intendente de Merlo.
Por ahora, la sangre no llegará al rio. No le conviene a nadie.