No hay margen para el gobierno: El domingo, “cueste lo que cueste”

Las elecciones PASO del domingo 12 de septiembre plantean un antes y un después para el Gobierno Nacional encabezado por Alberto Fernández. Las urnas decidirán qué grado de aceptación tuvo su gestión entre la gente.

Por Sebastián Dumont

Jueves 9 de Septiembre de 2021 - 14:34

Elecciones, votación, urna, NAFoto: NA.

El fútbol suele ser un vehículo para comparar situaciones de la realidad Argentina. “El domingo, cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”. Aquel cántico que inmortalizaron las hinchadas argentinas, hoy se aplica a la política. Sobre todo en el Frente de Todos bonaerense. En el oficialismo, no hay margen para otra cosa que mostrar un triunfo en la noche del 12 de setiembre. Como sea. Y con la lectura de los guarismos que más se acomoden a un discurso vencedor. Lo importante quizá no sea el número en sí mismo, sino la interpretación que se haga él.

 

Las últimas horas antes del comienzo de la veda electoral transcurren con especulaciones de todo tipo en las mesas políticas. Sondeos que van desde los 11 puntos de diferencia para el Frente de Todos a aquellos que muestran una retracción tal donde la suma de la interna de Juntos coseche más voluntades que la del oficialismo. Esas misma sensaciones recorren los despachos de los intendentes municipales. Una recorrida con ellos permite encontrar las mismas variables. “En mi distrito ganó bien, el problema es el resto de la provincia”, afirman aquellos que gobiernan, sobre todo, comunas del segundo y tercer cordón del conurbano. Son aquellos territorios donde el voto peronista suele prevalecer. Eso sí, la coincidencia es absoluta en un aspecto: las distancias del 2019 no se repetirán.

 

¿Qué sería ganar para el gobierno? Sacar al menos 1 voto más que la suma de la principal fuerza de la oposición. La lectura será sencilla. Ante la pandemia, más no se podía esperar. Y oficiará de impulso para el mes de noviembre. Un escenario distinto abrirá una caja de pandora en un gobierno cuyos cuestionamientos internos son cada vez más notorios. Por eso, cueste lo que cueste..

 

Hay algunos datos que también empiezan a jugar para las sensaciones del domingo por la noche. El ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro afirmó que los resultados comenzarán a conocerse a las 23 horas. Muy cerca de la medianoche. Y siempre es muy importante como se vaya llevando adelante la carga de los mismos. No es igual cuando lo primero que se anota corresponde a las mesas de distritos más tendientes al voto opositor que si se cargan los sufragios de La Matanza, solo por dar un ejemplo. El último antecedente de una elección intermedia fue en 2017 cuando los votos se encaminaban a darle una pequeña ventaja a Cristina Kirchner, se paró el recuento. Con el escrutinio final, se supo que la ex presidente había sido la más votada, pero eso no le alcanzó para sostenerlo en la elección final. Y aquella noche, los bonaerenses se fueron a dormir sin la certeza de un ganador o perdedor.

 

Por eso, es claro que para el partido gobernante, anunciar una derrota no está en los planes. Ni siquiera sucederá en caso que la suma de los votos de Facundo Manes y Diego Santilli superen a Victoria Toloza Paz. Eso quedará para la interpretación de la oposición.

 

Ahora bien, en la Argentina gobierna una colación, el resultado, cualquiera fuera, ¿Será de todos o solo tendrá un responsable? La respuesta es importante porque permitirá entender los movimientos internos que se dan en un gobierno donde cada vez son más notorios los cuestionamientos al jefe de Estado.

 

Las claves para entender la elección bonaerense están divididas en tres grandes grupos. La primera y tercera sección electoral que representan al conurbano bonaerense, y el interior sumando a la ciudad de La Plata.

 

Para que el oficialismo gane, la mayor ventaja tendrá que obtenerla en la tercera sección de la que forman parte distritos como La Matanza o Lomas de Zamora. Siempre la zona sur del Gran Buenos Aires tiende a acompañar al peronismo en sus distintas expresiones. El equilibrio se da en la zona norte del conurbano, donde distritos como Vicente López y San Isidro siempre fueron el faro de los votos no peronistas. Y dependiendo del momento, aquellos municipios lindantes con la ciudad de Buenos Aires suelen verse influenciados por las mayorías porteñas.

 

El interior bonaerense viene mostrando, en las últimas elecciones, una tendencia a ir en contra de los candidatos kirchneristas. No se espera que sea distinto esta vez. De allí que la ecuación para el domingo esté plagada con un signo de interrogación. Sobre todo porque en aquellos distritos donde las diferencias debieran ser mayores para el Frente de Todos no se están evidenciando.

 

El cierre de la campaña del Frente de Todos buscó dejar por algún momento las propias internas y mostrar el principal activo que le permitió ganar en 2019: la unidad. En Mar del Plata Alberto Fernández y Axel Kicillof, en Bahía Blanca Máximo Kirchner y en Junín, con una simbología especial para el Frente Renovador porque es el distrito del fallecido Mario Meoni, Sergio Massa. El turno de Cristina Kirchner será este jueves, en Tecnópolis para el cierre nacional.

 

Ese activo de la unidad es parte también de la firme posibilidad que pueda el gobierno mostrar un resultado positivo el domingo. Las terceras fuerzas tantas veces alentadas, no llegaron a construirse como una expresión que pueda eclipsar la aún permanente polarización reinante, con destino a repetirse en el mes de noviembre. El final de una campaña inédita por lo malo, tuvo la misma lógica que estos años en la política argentina: Macri vs Cristina. “El domingo hay dos boletas que definen el país”, dijo Massa desde Junín. Más claro…

 

La puesta en escena del cierre electoral del Frente de Todos quizá se convierta en un adelanto de lo que viene. Sólo una diferencia clara y sin discusión le dará a Alberto Fernández un plafón de cara al 2023 del que hoy no goza. Cualquier otro guarismo disparará escenarios turbulentos. Donde la influencia de Máximo Kirchner y Sergio Massa será cada vez más notoria. La preocupación que reina puertas adentro del oficialismo es qué lectura hará el Presidente. Viendo casos recientes sobre determinadas conductas, las dudas se disparan al mismo ritmo que el dólar blue.

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