Por Sebastían Dumont
¿Qué se votará en 2021? La respuesta es, en apariencia, muy sencilla. Se elegirán diputados nacionales y en ciertas provincias senadores. Además de la renovación parcial de las cámaras provinciales y los concejos escolares.
Pero en la Argentina, desde hace mucho tiempo, los comicios de medio tiempo se dirimen como si se trataran de elecciones ejecutivas. Así surgen de las agendas que presentan cada uno de los candidatos con promesas para resolver temas imposibles de hacerlo desde una banca. Se hablará de economía, seguridad, lucha contra la corrupción, institucionalidad, freno al “vamos por todo” y así la lista podría ser interminable. Cuál de todos estos temas se impondrá con mayor claridad es aún indeterminado. Mientras tanto, cada sector tiene que resolver sus cuestiones internas primero. Y las hay por doquier.
Una primera impresión asoma en el tablero. Será difícil la ruptura de la polarización que reina en la Argentina desde hace varios años, convertida en un negocio electoral para cualquiera de los espacios políticos mayoritarios, al margen que sus discursos digan otra cosa. Por dónde se profundizará esa grieta es uno de los puntos a resolver. La seguridad asoma siempre como un tema caliente a discutir, sobre todo en la provincia de Buenos Aires y más aún en el conurbano.
En ese sentido, un adelanto de esa mirada se vislumbró el fin de semana pasado con la polémica generada por el saludo de efectivos de la policía bonaerense a la ex Ministra Patricia Bullrich. La presidente del Pro estuvo en diversos sitios de la costa presentando su libro como parte de la iniciada campaña electoral. Con cada una de sus acciones interpela la interna de Juntos por el Cambio cada vez más marcada por los ¨Halcones y Palomas”, siendo “Pato” integrante importante del primer grupo. ¿Será cierto que en la calle Uspallata no ven con buenos ojos una candidatura de Bullrich en la ciudad de Buenos Aires que le pueda dar un plafón interesante para pensar en 2023? Habladurías típicas del año electoral.
Eso sí, el espejo de lo que representa Patricia Bullrich para Juntos por el Cambio podría ser Sergio Berni en el Frente de Todos. Si la inseguridad se impone en la agenda esta puja puede crecer. Y más allá de los cruces que protagonizaron ambos días atrás, es interesante observar lo que la propia ex Ministra de Seguridad de la Nación opinó sobre Berni en su libro que promociona por estas horas.
La anécdota data de las horas previas a la asunción de Macri en 2015 cuando por orden de Cristina Kirchner habían renunciado todos los funcionarios y no había con quien organizar el acto de toma de mando. El aspecto de seguridad era clave. Y allí Bullrich recuerda haberle dicho a Berni: “No me importa lo que te haya dicho Cristina Kirchner, alguien tiene que dirigir las fuerzas..”, a lo que por entonces el Secretario de Seguridad le respondió, según la versión del libro: “Patricia, no me pidas eso, yo soy un soldado de Cristina, soy parte de otro proyecto, no puedo quedarme!”. Y agrega el texto: “Finalmente Berni, un militar que sabía lo que significaba el orden, aceptó quedarse hasta la conclusión de los actos y juntos nos acercamos a los jefes de las fuerzas. Manejó profesionalmente la situación y no hubo que lamentar incidentes graves”. Conclusión: distintos pero no tanto. La palabra orden sobrevuela estos tiempos aunque no parece ser cercana al diccionario del cristinismo puro sobre todo por la obturación ideológica de creer que se trata de una mirada de derecha. Quizá Sergio Berni pueda ser un elemento para cosechar ese voto que hoy mira para los costados y no encuentra representación.
La inseguridad en el conurbano es moneda corriente desde hace muchos años. Y ese es el principal problema. Se ha convertido en una característica muy presente para los habitantes de esa tierra acostumbrados a convivir con el terror. Probablemente, no defina ninguna elección.
“La víscera más sensible es el bolsillo”. Aquella frase que le atribuyen a Juan Perón pero que estudiosos afirman como autor a Hipólito Yrigoyen siempre juega un rol importante en el humor electoral. No en vano Cristina Kirchner ya marcó la cancha a finales de 2020 cuando dejó claro que las tarifas deben aumentar en línea con los salarios. Para Alberto Fernández se trata de un problema de máxima complejidad. Debe lidiar con la necesidad de combinar varios factores: achicar el deficit, sostener la economía para que no siga cayendo en la pandemia, acordar con el FMI, controlar el tipo de cambio, frenar la inflación y más. Demasiados frentes abiertos para un Presidente que viene perdiendo imagen en las encuestas pero que además, es percibido como jefe de un gobierno “ajustador”. Al menos así se desprende del último trabajo de la consultora cercana a La Cámpora, Analogías. Ese dato es el mensaje en sí mismo. Los propios lo ven como ajustador. O, en definitiva, no lo ven como propio. Incógnitas.
El problema de la aprobación o no de un gobierno está emparentado en las expectativas previas que generó. El de Alberto Fernández fue votado, mayormente, para “encender la economía” y “Llenar la heladera”. Pues bien, más allá de haber logrado que el 55 por ciento de la población reciba algún ingreso del Estado, casi ese mismo porcentaje lo observa como si fuera Macri. Es decir, un presidente que ajusta.
Dicha percepción no debiera subestimarse. El potencial electoral del Frente de Todos está en el conurbano. Allí acostumbrados a vivir con inseguridad - dato al margen: los intendentes opositores reconocen que Kicillof envió los fondos para seguridad prometidos en tiempo y forma - , al menos tenían la esperanza de estar algo mejor económicamente. La pandemia, seguramente, servirá como buena excusa. La idea de suspender las PASO oficia como un catalizador para ver si en octubre los números son mejores. En Agosto sería difícil.
Con el año electoral el marcha, el camino por delante representa aún muchas variantes e incertidumbres. La resolución interna de los espacios será la primera de ellas, donde habrá una parada en Marzo con la definición de la puja del radicalismo bonaerense. Allí juegan todos. El sector institucional del partido lo hace a manos de Maximiliano Abad quien hará campaña pronto con Luis Brandoni, Mario Negri y Facundo Manes. Cuenta con el apoyo de María Eugenia Vidal - cada vez más cerca de no participar como candidata este año - que es lo mismo que decir Horacio Rodriguez Larreta. Enfrente está parado Gustavo Posse, de buena relación, además, con peronistas del conurbano siempre dispuestos a dar una mano en sus distritos. En esa tribu abreva Martín Lousteau.
La elección radical es en marzo. Justo el mismo mes donde entronizarían a Máximo Kirchner como presidente del PJ bonaerense, hecho que marca el pulso de la interna provincial del oficialismo. En política poco sucede al azar, mucho menos los dichos de Andres Larroque por estas horas en la revista La Tecla: "El peronismo debe renovar su contrato social con el conurbano”. Desde la presentación de su libro “Sinceramente”, Cristina Kirchner insiste como lo mismo en todo el país. Quizá eso sea lo más importante que se vote en octubre.
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