Entre las tantas opciones gastronómicas que ofrece la capital argentina, hay un lugar escondido que inventa a ser descubierto para disfrutar de un rico café y conocer más de nuestra historia.
Buenos Aires tiene cientos de lugares maravillosos que te invitan a ser descubiertos. Entre todas sus opciones, hay uno que se destaca por su importancia histórica y por tratarse de un convento que ofrece un variado menú para almorzar o disfrutar de un café.
Hablamos del Monasterio Santa Catalina que abrió sus puertas en 1745, transformándose en el primer establecimiento de monjas en la Ciudad.
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Ubicado en la manzana de las calles San Martín, Viamonte, Reconquista y la Avenida Córdoba es uno de los más antiguos y prestigiosos en la etapa colonial de Buenos Aires.
La construcción del edificio fue obra de los padres jesuitas y responde a un estilo barroco rioplatense realizado con ladrillos de adobe. Alrededor de un patio central se desarrollan los claustros en dos plantas imponentes.
Hoy ocupa solo una cuarta parte de la extensión original. La propiedad quedó atrapada en el microcentro porteño como resultado de los cambios en el entramado urbano, volviendo un destino irresistible.
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En julio de 1807, año de la Segunda invasión inglesa, el convento fue ocupado al igual que ocurrió con otros conventos e iglesias de la ciudad por las fuerzas británicas.
En la mañana del 5 de julio, fue ocupado por tropas pertenecientes al 5º regimiento inglés que permanecieron en Santa Catalina hasta la rendición de los ingleses del día 7. Como dato, las monjas debieron permanecer en una celda a oscuras y sin alimento, aunque no sufrieron algún tipo de agresión. Lamentablemente, el edificio sufrió destrozos, saqueo y en el templo se rompieron imágenes, además de robar adornos y los pocos vasos sagrados que no se habían enterrado.
Para el 7 de julio, Santa Catalina, como la mayoría de los conventos y varias casas de familia, se convirtió en un hospital improvisado para asistir a los heridos de ambos bandos.
La Iglesia de Santa Catalina de Siena, en San Martín esquina Viamonte, fue declarada Monumento Histórico Nacional el 21 de mayo de 1942, mientras que el Monasterio recibió similar distinción por Decreto 369 del 18 de febrero de 1975.
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