Las "ciudades cerradas" de Rusia: cómo funcionan y por qué son tan importantes desde la caída de la Unión Soviética

Las insólitas localidades rusas en las que tanto el acceso como la estancia están restringidos. Para poder ingresar en ellas, se necesita una autorización especial del Gobierno.

Por Franco Parietti

Lunes 3 de Marzo de 2025 - 20:00

Unión Soviética. Foto: Unsplash Las "ciudades cerradas" de la Unión Soviética. Foto: Unsplash

Desde que inició la invasión en Ucrania, la complejidad de Rusia como país es cada vez más estudiada en Occidente. En este contexto, uno de los aspectos menos conocidos, pero fundamentales para comprender su estructura geopolítica y económica, es la existencia de las llamadas "ciudades cerradas".

Estas localidades, restringidas tanto para extranjeros como para la mayoría de los ciudadanos rusos, son tan misteriosas como increíbles: nunca aparecieron en mapas ni se mencionaron públicamente.

Puesto de control a la entrada de una ciudad cerrada. Foto: Wikipedia. Puesto de control a la entrada de una ciudad cerrada. Foto: Wikipedia.

Estas ciudades ocultas jugaron un papel fundamental en el desarrollo militar, especialmente en la carrera armamentística nuclear de la Unión Soviética. El hermetismo que rodeaba a estos lugares no solo los convertía en secretos de Estado, sino también en lugares donde los residentes llevaban una vida completamente aislada del mundo exterior.

Estas urbes eran zonas altamente controladas, vigiladas y con acceso restringido. Durante décadas, los residentes no podían abandonarlas sin permisos especiales, y sus nombres reales eran sustituidos por códigos o números. De hecho, las identificaciones de los habitantes ni siquiera mostraban su lugar de residencia verdadero.

Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, muchas de estas ciudades se abrieron al mundo, pero otras siguen siendo inaccesibles. En la actualidad, alrededor de 40 ciudades cerradas permanecen activas, principalmente bajo control de la agencia nuclear rusa Rosatom y el Ministerio de Defensa, lo que refleja la importancia que aún tienen estas zonas para la seguridad del país.

Sarov es una ciudad cerrada en la óblast de Nizhni Nóvgorod, en Rusia. Foto: Wikimedia Commons Sarov es una ciudad cerrada en la óblast de Nizhni Nóvgorod, en Rusia. Foto: Wikimedia Commons

Donald Trump y Vladimir Putin en una cumbre en Helsinki, 2018. Foto: Reuters/Kevin Lamarque

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Las ciudades cerradas de Rusia en pleno 2025

Hoy en día, las ciudades ocultas son un recordatorio de los extremos a los que llegó el gobierno soviético para mantener sus secretos militares y científicos. Aunque algunas desaparecieron, otras continúan existiendo en la sombra, protegidas por muros y regulaciones estrictas.

Incluso, a pesar del paso del tiempo, algunas de estas ciudades siguen siendo fundamentales para la estrategia militar de Rusia dado que la producción de armas nucleares continúa siendo una realidad. Así, para quienes viven en estas localidades, la vida es muy distinta a lo que se acostumbra en cualquier parte del mundo: confort y acceso a bienes, pero con estrictas limitaciones.

En las ZATO (División Administrativa Territorial Cerrada) viven más de un millón de personas. Normalmente, las ciudades cerradas reciben este estatus porque albergan arsenales, complejos militares o instalaciones nucleares, como Zelenogorsk (Krasnoyark) y Sárov (Nizhni Nóvgorod).

Vladimir Putin, presidente de Rusia. Foto: Reuters/Alexander Kazakov. El gobierno de Putin tiene un control estricto sobre las ciudades cerradas. Foto: Reuters/Alexander Kazakov.

Los turistas tienen el paso completamente prohibido (a no ser que cuenten con una autorización del servicio de inteligencia exterior ruso), y solo los residentes de las ZATO tienen un salvoconducto que les permite entrar y salir cuando quieran de las ciudades cerradas. 

Blinis, las tradicionales tortitas rusas de harina de trigo.

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Cómo son las ciudades cerradas en Rusia

Las ZATO tienen los niveles más bajos de delincuencia de toda Rusia. Los residentes disfrutan de un nivel de vida superior al del resto de los ciudadanos soviéticos, dado que hay mejores servicios de salud, acceso garantizado a alimentos y un sistema educativo de calidad.  

Sin embargo, todo tiene un precio. El control es absoluto, y aquellos que viven en estos enclaves no pueden discutir ni divulgar ningún detalle de su vida o trabajo, ni siquiera a sus familiares más cercanos.

Incluso, algunos creen que esas medidas son anticonstitucionales porque impiden el libre desplazamiento de los ciudadanos. Además, critican el tiempo de espera que requiere obtener un permiso para acceder a las ciudades cerradas, que en ocasiones demora más que recibir un visado para viajar a un país miembro de la Unión Europea.

Entre las desventajas de las ciudades cerradas, se encuentran los peligros de vivir en las inmediaciones de una planta nuclear o un centro de destrucción de armas químicas, como ocurrió cuando el fuego estuvo a punto de alcanzar el centro nuclear federal de Sárov en 2010, lo que obligó a retirar el material radiactivo.

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