Trump anunció varias medidas anti-ambiente, pero la implementación podría demorarse, o incluso no llegar nunca

El retiro de Estados Unidos del acuerdo climático de París, un nuevo impulso a los combustibles fósiles, el fin del Pacto Verde y de los subsidios a los vehículos eléctricos, entre otras cosas, ¿mucho ruido y pocas nueces?

Por Gabriela Ensinck

Miércoles 22 de Enero de 2025 - 12:54

Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Foto: Reuters. Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Foto: Reuters.

El lunes 20 de enero Donald Trump asumió su segunda presidencia de los Estados Unidos y -tal como lo había prometido en su campaña- no vaciló un instante en dar por tierra con las políticas climáticas y ambientales establecidas por su antecesor, Joe Biden. Sin embargo, entre lo que anunció y lo que realmente podría ocurrir, hay una gran distancia.

Ya en el discurso de asunción, entre sus primeras medidas, anunció que retirará nuevamente a su país del acuerdo climático de Paris (lo había hecho también durante su primera presidencia); estableció por decreto una serie de medidas de impulso a los combustibles fósiles en detrimento de las energías renovables; congeló los fondos públicos destinados a la acción climática y la conservación de la biodiversidad y derogó los subsidios a los vehículos eléctricos.

El look de Melania Trump en la asunción presidencial. Foto REUTERS Donald Trump asume su segundo mandato como presidente de EEUU. Foto REUTERS

El primer día de su nuevo mandato, el Republicano declaró la “Emergencia Energética” en su país y levantó la prohibición de realizar perforaciones en busca de petróleo en alta mar. “Drill, baby, Drill (perforemos, chicos, perforemos)”, instó Trump en su alocución, al tiempo que anunciaba un freno a la construcción de parques eólicos offshore para obtener energía limpia.

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Las boyas que instala Texas en la frontera con México. Foto: Reuters (Cheney Orr)

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Ahora bien ¿cuál es el alcance real de estas medidas?

Aún cuando el retiro del mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero del Acuerdo de París firmado por 190 países supone un retroceso en la agenda climática internacional, su efecto no será inmediato.

Al igual que ocurrió durante el primer mandato de Trump, este proceso, que implica notificarlo formalmente a Naciones Unidas, sólo se hará efectivo un año después de dicha notificación. Por consiguiente, Estados Unidos podrá participar de las negociaciones climáticas durante la COP30 en Brasil, bajo la presidencia de Lula Da Silva.

Al ser un país federal, gobernadores pertenecientes a la U.S. Climate Alliance (una coalición de 24 Estados que representan el 60% del PBI y el 55% de la población estadounidense), anunciaron que proseguirán con sus políticas de mitigación y adaptación a este flagelo. “La acción climática continuará en Estados Unidos”, afirmaron en un comunicado la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, y su par de Nuevo México, Michelle Lujan Grisham.

Donald Trump y Javier Milei. Foto: Presidencia.

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Más ruido que nueces

Muchas de las medidas anunciadas por Trump requieren la aprobación del Congreso, en el que hoy tiene una ajustada mayoría. Y muchas otras, como la derogación de las leyes de Reducción de la Inflación (IRA) y Ley Bipartidista de Infraestructuras (IIJA) que otorgan crédito fiscal y subvenciones a la energía limpia, han beneficiado a Estados republicanos que se resistirán a perderlos.

En el plano energético, Estados Unidos alcanzó un pico de producción petrolera bajo la administración Biden y ya es el mayor productor de petróleo y gas a nivel mundial. “Difícilmente un anuncio gubernamental hará que los empresarios produzcan más, a riesgo de que el precio del petróleo caiga”, observó el analista Bob Ryan ante la agencia Bloomberg.

Donald Trump en la Casa Blanca. Foto: Reuters/Carlos Barria Donald Trump en la Casa Blanca. Foto: Reuters/Carlos Barria

Y en cuanto al fin de las subvenciones para los autos eléctricos (medida paradójica, ya que Elon Musk, dueño de Tesla, es uno de sus principales aliados y estará al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental), en realidad no tuvieron gran efecto ya que ese tipo de vehículos apenas representa el 10% de todas las ventas de automotores según cifras de Cox Automotive.

"Los proyectos ecológicos cancelados en Estados Unidos significan que otros países pueden invertir y aprovechar la oportunidad de negocios para satisfacer la demanda de tecnologías limpias. China estará encantada de inundar los mercados mundiales con sus autos eléctricos, mientras los fabricantes estadounidenses quedan en punto muerto”, ironizó Tim Sahay, codirector del Net Zero Industrial Policy Lab de la Universidad Johns Hopkins.

Asunción presidencial de Donald Trump. Foto: EFE.

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El impacto en Argentina

No hay dudas de que -al menos en el plano del negacionismo climático y ambiental-, las administraciones de Donald Trump y Javier Milei estarán en sintonía. El actual presidente Argentino ordenó el retiro de la delegación nacional ante la última COP29 en Kazajistán, abandonando toda posibilidad de participar en las negociaciones sobre el financiamiento para realizar una necesaria transición ecológica y climática.

Días antes, el Libertario se había bajado -en un desopilante discurso ante Naciones Unidas en el que calificó de “socialista” al organismo internacional y lo acusó de “violar sistemáticamente la libertad”-, de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, acordada en 2015 por más de 150 naciones.

El encuentro entre Trump y Milei. Foto: NA El encuentro entre Trump y Milei. Foto: NA

Esto implicó, ni más ni menos que renunciar a poner fin al hambre, la pobreza, las desigualdades de género, el cuidado de los ecosistemas terrestres y los océanos, la educación, la salud y la transparencia, entre otras metas (17 en total) acordadas por la inmensa mayoría de los países.

Argentina quedó de esta forma por fuera del mundo que cada vez impone más restricciones al comercio de productos y servicios con alta huella de contaminación, emisiones de invernadero y deforestación. Aunque hoy parece no estar sola.

Pero más allá de las posturas que niegan la responsabilidad humana en el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y la creciente contaminación y generación de basura; las consecuencias de esta triple crisis ambiental ya se están produciendo, y afectando en mayor medida a las comunidades más vulnerables. Frente a un escenario adverso, es preciso reforzar las alianzas entre los gobiernos locales y la sociedad civil para transformar los actuales modelos de producción y consumo hacia una transición justa y sustentable que evite una catástrofe ambiental a nivel planetario.

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