El riesgo de vivir con déficit, pero de naturaleza: los muchísimos beneficios físicos y mentales de pasar tiempo al aire libre

Estudios recientes sugieren que cuanto más se utilizan la tecnología y las pantallas, mayor necesidad hay de un contacto con entornos naturales: plantas, árboles, paisajes de mar o de montaña.

Por Gabriela Ensinck

Martes 11 de Marzo de 2025 - 17:22

Caminata, naturaleza. Foto: Pexels. Caminata, naturaleza. Foto: Pexels.

La falta de contacto con la naturaleza tiene consecuencias en la salud física y emocional, especialmente en los niños. Según diversos estudios, está directamente relacionada con la obesidad, la diabetes, los problemas de visión, los trastornos de hiperactividad y de atención, y la ansiedad.

Deporte, naturaleza. Foto: Freepik. Deporte, naturaleza. Foto: Freepik.

Estudios recientes sugieren que cuanto más se utilizan la tecnología y las pantallas, mayor necesidad hay de un contacto con entornos naturales: plantas, árboles, paisajes de mar o de montaña.

El problema es que tenemos cada vez más tecnología y menos naturaleza. Esto se vio agravado durante la pandemia, por las restricciones a la movilidad, pero es un problema que viene desde hace muchas décadas.

Hace cincuenta años los chicos tenían contacto con la naturaleza en forma cotidiana, al jugar en la plaza o treparse a los árboles. Sin embargo hoy la inseguridad, la falta de espacios verdes públicos en las ciudades y las dificultades de acceso por temas de tiempo y costos, son factores que nos distancian de la naturaleza.

En la ciudad de Buenos Aires , según datos oficiales, hay 6,3 m2 de espacios verdes por habitante cuando la OMS recomienda al menos 9.

Plaza San Martín con vista a la Torre Monumental de Retiro. Foto de Eugene Harris Plaza San Martín con vista a la Torre Monumental de Retiro. Foto de Eugene Harris

Además, las plazas y parques están mal distribuidas. Hay barrios con menos de 1 m2 de espacios verdes por habitante, como Balvanera, San Cristóbal, Almagro y Boedo, con otras con más de 14 m2 por habitante, como Puerto Madero y Palermo.

En cambio, con un promedio de doce metros cuadrados verdes por cada habitante, la ciudad de Rosario fue declarada a principios del 2020 como “la más verde de la Argentina”, en un informe publicado por la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Bosques de Palermo. Foto Instagram @wowdeivid Bosques de Palermo. Foto Instagram @wowdeivid

Colibrí. Foto: Unsplash.

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Un remedio posible: baños de bosque

En la década del 80, en Japón, el fenómeno del estrés combinado con depresión, conocido como karoshi, se convirtió en un asunto de salud pública. Entonces el gobierno nipón decidió prescribir un tratamiento singular para la población: los baños de bosque.

Se trata de una práctica milenaria de contacto con la naturaleza (conocida como shinrin yoku, inmersión en el bosque en japonés), que los antiguos pobladores de la isla usaban para meditar y mantenerse saludables. Pero fue en los últimos cuarenta años cuando comenzaron a medirse y documentarse sus efectos en la salud física y el bienestar emocional.

Los efectos en la salud de los baños de bosque no son cuento chino. Estudios científicos demostraron que esta práctica disminuye la presión arterial, fortalece el sistema inmunológico, y reduce la presencia de hormonas relacionadas al estrés como la adrenalina y el cortisol.

En los últimos años, esta terapia natural se fue extendiendo y ganando adeptos en otros países. “En el mundo, y también en Argentina, el interés por esta práctica creció exponencialmente por la necesidad de salir a espacios abiertos a partir de la pandemia del coronavirus” dice Rocío Ferraro, guía certificada, fundadora de Baños de Bosque Argentina e integrante de la organización internacional Forestry Therapy Hub.

Baño de boque en Bodega Gamboa , Campana. Foto: Prensa Baño de boque en Bodega Gamboa , Campana. Foto: Prensa

Esta terapia incluye caminatas y ejercicios de conexión sensorial accesibles a personas de cualquier edad y condición física. En cuanto a los espacios de práctica, en el país existen bosques terapéuticos en La Cumbrecita (Córdoba); Villa La Angostura (Neuquén); en Cariló y en el bosque natural de la bodega Gamboa, en Campana (provincia de Buenos Aires).

Mariposa monarca. Foto EFE.

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Huerta-terapia en el patio o el balcón

Así como el objetivo de cualquier terapia es que la persona crezca y se desarrolle, el de una huerta es el mismo: ver germinar, crecer, florecer y fructificar los cultivos. En los últimos años fue creciendo la evidencia empírica de los beneficios de cultivar la propia huerta, tanto para la salud física como mental.

A nivel corporal, esta actividad ayuda a entrenar el equilibrio, la fuerza, la coordinación y la motricidad fina en personas de todas las edades. Y entre los beneficios psicoemocionales, mejora la concentración, reduce el estrés, aumenta el bienestar al estar en contacto con la tierra y las plantas.

Huerta, verduras. Foto Freepik. Huerta, verduras. Foto Freepik.

“Trabajar en el huerto alivia al cerebro, ayuda al cuerpo a calmarse, y reduce los sentimientos de dolor o ansiedad. También nos obliga a estar presentes poniendo el foco en realizar una tarea en concreto, por lo que beneficia a las personas con atención dispersa”, describe la terapeuta ocupacional Marina Mendoza, de la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla, España.

Cada vez más, las huertas urbanas son una herramienta de reinserción social en instituciones penitenciarias o centros de tratamiento de adicciones, dadas las implicaciones de responsabilidad, constancia y superación que aportan.

En el municipio bonaerense de San Isidro, la Asociación civil “Los Huerteros”, promueve la inclusión laboral de personas con discapacidad mediante capacitaciones y empleo en una huerta agroecológica, incluyendo la elaboración de conservas y dulces.

"Los Huerteros" de San Isidro. Foto: Prensa "Los Huerteros" de San Isidro. Foto: Prensa

También se usan en residencias para personas mayores, ya que los impulsa a mantenerse activos, a utilizar sus sentidos, a sentirse útiles y a socializar. Las huertas son una herramienta educativa para niños y adolescentes, y son una vía de inclusión laboral para personas con capacidades diferentes.

En un mundo cada vez más saturado de pantallas, en el que pasamos más del 90% de nuestro tiempo dentro de espacios cerrados, hacer actividades al aire libre, o simplemente tocar la tierra con las manos o caminar descalzo sobre el césped o la arena, son actividades cada vez más necesarias para nuestro bienestar físico y mental.

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