Segundo presidente constitucional, su mandato estuvo envuelto en polémica desde que asumió. Apadrinado por Justo José Urquiza, años después terminaría desterrado por su causa. ¿Por qué se sabe tan poco de un presidente que fue causa y consecuencia de la unión nacional?
Cuando Argentina decidió, por fin, dejar atrás las diferencias personificadas en unitarios y federales, la unión nacional pasó a ser el gran problema. El dictado de la Constitución en 1853, la cual se creía el único escoyo, terminó por ser el inicio de un nuevo problema para una Nación naciente y la elección de sus gobernantes otros. ¿Por qué sabemos tan poco de Santiago Derqui, aliado y traicionado por Justo José de Urquiza?
Cuando Urquiza terminó su mandato como presidente de la Confederación Argentina en 1854, dejó dicho sus deseos: “El Dr. Derqui es mi candidato y deseo me suceda en la presidencia”. De esta manera apadrinaba no solo a un sucesor de su ala, significaba el primero en gobernar la Confederación y Buenos Aires unidas.
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Este cordobés cursó estudios hasta recibirse de abogado, e iniciar una carrera docente que culminó como vicerrector de la Universidad. Unitario de cepa, fue un fiel seguidor del general José María Paz. Ocupó el cargo de presidente de la legislatura provincial, allí protagonizó un enfrentamiento con el obispo Lascano, que lo excomulgó porque intervino en defensa de un sacerdote acusado por el prelado.
Masón, como varios personajes de su época, se declaró opositor al rosismo. Su alianza con los hermanos Reinafé, quienes pasaron a la historia como los asesinos de Facundo Quiroga, le valió la cárcel por complicidad. Ya libre se trasladó a la Banda Oriental, donde se desempeñó como secretario del presidente Fructuoso Rivera, quien lo envió a Corrientes para entrevistarse con el gobernador Pedro Ferré afín de organizar un frente contra Juan Manuel de Rosas que no llegó a buen puerto.
Tras la caída de Rosas, Urquiza contó con las dotes diplomáticas de Derqui, llegando a ocupar la cartera de Justicia y Culto. Gracias a su diligencia y lealtad hacia Urquiza durante su presidencia, éste lo eligió como sucesor, pero los tiempos eran difíciles y era evidente que Derqui necesitaba el apoyo de Urquiza. Éste continuó como gobernador de Entre Ríos mientras Paraná (una ciudad de escasos 20.000 habitantes) seguía siendo la capital de la Confederación. El gobierno nacional carecía de rentas propias y hasta de oficinas adecuadas.
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Cuando Rosas fue derrotado en Caseros, llegó a ocupar la cartera de Justicia y Culto. Su buen vínculo y lealtad con Urquiza le valieron ser elegido su sucesor. Pero nada sería fácil. El entrerriano volvió a su provincia donde nuevamente fue gobernador y surgió el primer problema: Paraná seguía siendo la capital de la Confederación y el gobierno no tenía rentas propias.
Como si fuera poco para su progresivo gobierno debilitado, Mitre era elegido Gobernador del Estado de Buenos Aires quien fue la cara de la disputa que la ciudad portuaria tendría con las demás provincias negándole el manejo de la Aduana. Ante ello, Derqui debió aceptar esta condición a cambio de un millón y medio de pesos al mes, una forma de coparticipación dejando a la Reina del Plata como victoriosa. A Mitre hay que sumarle a escena a los federales que poco a poco lo veían al "presi" como enemigo por sus favores a los unitarios.
En septiembre de 1860 se firmó el Pacto de Flores, aceptando las enmiendas de la Constitución Nacional propuestas por Buenos Aires, que abolían la facultad del Congreso para enjuiciar a los gobernadores de las provincias. Pero un par de decisiones cuestionables de Derqui para con el resto del territorio volvieron a debilitarlo con alzamientos en el interior y hasta la amenaza de suspender el acuerdo económico Aduana porteña.
Nuevamente las provincias y Buenos Aires volvieron a verse en un campo de batalla: el 17 de septiembre de 1861 en Pavón. Las caras visibles de la contienda fueron Mitre y Urquiza. Acá es donde la cosa se pone difícil porque lo que pasó en el final generó un sinfín de teorías conspirativas. El oriundo de Entre Ríos tenía todo para ganar, pero de manera insólita decidió abandonar la contienda.
Por un lado, Urquiza afirmó que había sido traicionado y Derqui sostuvo que, el hasta ahora aliado, había sufrido un dolor hemorroidal que lo habría llevado a tomar la decisión. La versión más "fidedigna" es que la masonería le ordenó al Tigre de Montiel la retirada porque era la única forma de reunificar de una vez a la nación.
Lo cierto es que Derqui nunca supo de esto y se vio forzado a declarar el estado de sitio y atrincherarse en Rosario hasta que se rindió y entregó el mando a su vicepresidente, el general Pedernera. Luego decidió huir en la nave británica “Ardent”. “Mi presencia se toma como un obstáculo para el arreglo de la República”, dijo en su renuncia.
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A nuestro desdichado protagonista no le quedó opción que quedarse en Montevideo hasta 1860. Rufino de Elizalde, quien fue ministro de Relaciones Exteriores del presidente Mitre, le concedió el permiso de regresar a Corrientes donde su esposa tenía familia. “Derqui está viviendo de la limosna. La miseria en la que vive prueba que no hubo fraude en su administración”, le escribió Elizalde al entonces primer mandatario.
Murió en un hogar humilde el 5 de septiembre de 1867. El obispo Lascano, quien lo había excomulgado 37 años antes, impidió que su cuerpo fuese enterrado en campo santo permaneciendo varios días insepulto. Sus restos terminaron en el cementerio de Corrientes y hoy descansan en una urna en la Iglesia de Santa Cruz de los Milagros.
Quizá porque los que escribieron la historia no querían que se recuerde a un hombre que quedó en el medio de tirones de poder, dolorido por traiciones y sin respuestas a una realidad política y social que cada vez era más complicada. Lo cierto es que Derqui se retiró cuando el dolor por el puñal por la espalda era demasiado.
La pasión de una nación desbordada de egoísmo fue demasiada para Derqui que hasta el último día de su vida se habrá preguntado lo que ocurrió en Pavón.
Por Yasmin Ali
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