En 1833, después de que las fuerzas británicas tomaran el control del archipiélago, Rivero lideró una revuelta enfurecido por el trato injusto y la usurpación de su tierra.
La historia de lucha por la soberanía de las Islas Malvinas no comenzó con la guerra de 1982, es una de varios capítulos cuyo origen está a mediados del siglo XIX. Uno de esos hechos fue rescatado del olvido para simbolizar la eterna disputa por los derechos argentinos en el archipiélago y tiene como protagonista a un gaucho.
Antonio Rivero nació en 1790 en Entre Ríos, pero el hito por el que sería recordado estaría a miles de kilómetros del hogar que lo vio nacer: defendiendo las Malvinas de la ocupación británica en 1833. Cómo "un simple peón" pasó a convertirse en un símbolo de resistencia y cómo su lucha inspira constantemente a no dejar morir el reclamo.
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Rivero, un peón rural que trabajaba en las islas, lideró a un grupo de gauchos y criollos en una rebelión contra la autoridad. Enfurecido por el trato injusto y la usurpación de su tierra. Para poner en contexto aquella revuelta, hay que hablar de Luis Vernet, primer gobernador en las islas. Con el objetivo de establecer una colonia, tomó 50 colonos con sus familias y gauchos entre los que estaba el gaucho, protagonista en los acontecimientos de 1833. Todos ellos llegaron en el bergantín Betsy al mando de Brisbane.
La prosperidad del asentamiento argentino despertó la envidia y el interés británico por el control de las islas. El 3 de enero las fuerzas británicas desembarcaron, izaron su bandera en un mástil sobre una casa llevado por ellos mismos y luego arriaron la argentina. Quedaron en las islas 22 habitantes de la colonia de Vernet, entre ellos 13 criollos, en su mayoría gauchos.
Las malas condiciones de trabajo y problemas con el cobro de los sueldos llevaron a que Rivero encabezara un levantamiento que culminaría en un acto audaz, teniendo lugar el 26 de agosto de 1833. El gaucho y sus compañeros atacaron con facones, pistolas y boleadoras a cinco ingleses que incluían al jefe de la guarnición y otros representantes de la corona.
Se instalaron en la vivienda principal, arriaron la bandera inglesa e izaron la azul y blanca. El resto de los colonos, cuyas vidas habían sido respetadas, pudieron escapar y permanecieron refugiados en el pequeño islote Peat. Ambos grupos vivieron separados durante varios meses, sufriendo avatares diversos.
Entre los primeros días de 1834, dos buques británicos llegaron a la isla Soledad para recuperar la usurpación, organizando una partida armada para capturar a los gauchos. No fue una tarea fácil para los ingleses porque necesitaron enviar varias expediciones, pero lograron apresar a los peones, engrillarlos y conducirlos detenidos a Gran Bretaña para ser juzgados.
Allí permanecen por varios meses presos hasta que el ministerio fiscal, estudiados del caso, le aconseja al Almirantazgo dejarlos en libertad y embarcarlos de vuelta a Buenos Aires.
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El asentamiento de Puerto Soledad fue dejado en un estado en ruinas, los 14 habitantes de la colonia decidieron quedarse como comerciantes. Vernet intentó salvar sus negocios en las islas, pero los británicos se opusieron a todo y se quedaron con sus bienes. Años más tarde, 13 para ser precisos, los británicos comenzaron formalmente con la colonización de las islas, trasladando la capital a Puerto Argentino/Stanley en 1845.
Hoy en día Puerto Soledad es una granja privada y sus edificaciones actuales datan de los años 1840. También se hallan las ruinas de los asentamientos franceses, españoles y rioplatenses.
En cuanto a Rivero, algunos aseguran que perdió la vida mucho después, luchando en el combate de la Vuelta de Obligado. Aunque tal versión no se pudo confirmar, lo cierto es que su figura persiste como símbolo de resistencia y lucha por la soberanía argentina en las Malvinas.
Por Yasmin Ali
*Tw: @Yas_Friends
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