A pesar de su destacada trayectoria política, Salvador María del Carril sería recordado por el “no felices para siempre” con Tiburcia Domínguez.
Tumba de Salvador María del Carril y Tiburcia Domínguez. Foto: Wikipedia.
Salvador María del Carril fue un político y jurista que tiene el título de haber sido el primer vicepresidente argentino tras la sanción de la Constitución Nacional en 1853. Además, fue gobernador de San Juan, primer ministro de Economía y uno de los primeros 5 integrantes que tuvo la Corte Suprema de Justicia. Pero la historia a veces es curiosa: a pesar de todos los laureles que cosechó, del Carril pasaría a la historia por un asunto marital.
Del Carril se casó el 28 de septiembre 1831 con Tiburcia Domínguez mientras estaba exiliado en Uruguay durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Ella era oriunda de Buenos Aires y 16 años menor que él. Tuvieron siete hijos: una mujer y seis varones.
Salvador María del Carril. Foto: Wikipedia.
Con un comienzo económico difícil en el exilio, los problemas entre la pareja empezaron cuando del Carril recibió una fuerte herencia familiar y comenzó a compartir negocios con un tal Justo José de Urquiza. El problema era que Tiburcia era lo que en la modernidad llamamos una shopaholic, es decir, una adicta a las compras. No escatimaba en gastos en lo que se refería a joyas, perfumes y vestidos; algo que comenzó a generarle cada vez más deudas a su marido quien en reiteradas oportunidades le pedía que aprenda a “medirse”.
Tiburcia Domínguez. Foto: Wikipedia.
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Lo cierto es que en algún momento de 1862 el por entonces miembro de la Corte Suprema, ya cansado de que su mujer siga derrochando, decidió publicar una solicitada en todos los medios de Buenos Aires con el objetivo de informar que ya no se haría cargo de los gastos de su esposa. Pero eso no era todo: además exhortaba a los comerciantes a que cancelaran el crédito del que ella era acreedora por su condición social.
Fue tal la humillación que sintió Tiburcia con el gesto de su esposo que, si bien siguieron casados por 20 años, nunca más en su vida le dirigió la palabra. Del Carril murió el 10 de enero de 1883 a los 84 años, mientras que su esposa lo sobrevivió 15 años más.
Muerto su esposo, le encargó al arquitecto francés Alberto Fabré la construcción de una mansión en Lobos con el objetivo de organizar fiestas para sus amigos. Es decir: seguir gastando.
La mansión de Tiburcia Domínguez en Lobos. Foto: Google.
Doña Tiburcia nunca pudo olvidar aquella humillante solicitada que difundió su esposo. Años después le pidió al escultor italiano Camilo Romairone la construcción de una estatua en el mausoleo en el cementerio de la Recoleta. La primera orden era una escultura de su marido sentado en un sillón mirando hacia el sur y al momento de su muerte, hacer lo mismo, pero con un busto de ella dándole la espalda a del Carril, porque aún después de muerta seguiría furiosa con su esposo: "no quiero mirar en la misma dirección que mi marido por toda la eternidad", habría dicho cuando le consultaron sobre el por qué ese pedido.
Tumba de Salvador María del Carril y Tiburcia Domínguez. Foto: Wikipedia.
Tiburcia murió el 19 de septiembre 1898 y tal como lo pidió, se cumplió su última voluntad de darle la espalda a su marido y así vivir no felices para siempre.
Por Yasmin Ali
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