El 1 de diciembre comenzó a funcionar la Línea A en presencia del vicepresidente de la Nación, Victorino de la Plaza, y el intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Joaquín de Anchorena.
El 1 de diciembre de 1913, a las 15:25, quedó inaugurada en toda Latinoamérica el primer servicio de transporte subterráneo de pasajeros. De esta forma, Buenos Aires se convertía así en la décima segunda ciudad del mundo en disponer de este sistema y causando un impacto en Sudamérica a nivel global.
El Subte A, aquel que une la Plaza de Mayo, en el barrio de Monserrat, con la estación San Pedrito, emplazada en Flores, está de festejo. Un repaso por cómo este proyecto, que había nacido en 1909 cuando el Congreso sancionó el 29 de septiembre la ley 6.700, se convirtió en una realidad que le simplificó la vida a los porteños y encandiló a las grandes potencias por el impulso que significó para la ciudad.
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La capital de Argentina sufrió un impresionante crecimiento demográfico durante los primeros años del siglo XX y como consecuencia de ello se buscaron alternativas para facilitar el transporte y la movilidad. Así nació el proyecto para construir un subterráneo de carga de doble vía que uniera la vía principal del Ferrocarril del Oeste (hoy tren Sarmiento) con el puerto.
La obra inició el 15 de septiembre de 1911 con más de 1.500 trabajadores. Durante tres años y algunos meses se trabajó incansablemente día y noche en esta obra, cuyo presupuesto inicial fue de 17 millones de pesos moneda nacional. Hubo también que lamentar accidentes fatales, como fue la muerte de media docena de operarios que fueron aplastados por un desmoronamiento de tierra. Finalmente, el primer trazado del Subte de Buenos Aires se inauguró el 1 de diciembre de 1913, con el nombre de “Línea Anglo Argentina”, nombre que se conservó hasta el 17 de febrero de 1939.
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El primer tren llevó al vicepresidente de la República, Victorino de la Plaza, en representación del presidente Roque Sáenz Peña, ya enfermo. Estuvo acompañado por el intendente municipal Joaquín de Anchorena, el presidente de la Compañía de Tranvías Anglo Argentina, Samuel Hale Pearson, ministros nacionales, concejales, y miembros de la iglesia. Se estima que el 2 de diciembre, en el primero del servicio de pasajeros, viajaron 147.457 personas.
Para 1913, había otras once ciudades en el mundo que ya tenían subtes: Londres (1863), Atenas (1869), Estambul (1874), Glasgow (1897), Viena (1898), París (1900), Boston (1901), Berlín (1902), Nueva York (1904), Filadelfia (1907) y Hamburgo (1912).
La estación Río de Janeiro abrió el 1 de abril de 1914 y tenía 100 metros de longitud. La de Caballito se estrenó el 1 de julio de 1914, en 1923 se transformó en “Primera Junta” y para esa época, incorporó su famosa rampa a nivel de calle, sobre la Avenida Rivadavia.
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Si bien la Línea A permanece en servicio hace más de un siglo, su recorrido no recibió nuevas modificaciones en el transcurso del siglo XX. De hecho, las nuevas expansiones tuvieron lugar desde fines 2008, cuando abrieron las estaciones Puán y Carabobo y continuaron en febrero de 2015, con la llegada de San José de Flores y San Pedrito.
El servicio de esta primera línea de subterráneos estuvo compuesto por un total de 50 coches de procedencia belga. Se los conoció como “las brujas”, ya que la fábrica La Brugeoise et Nicaise et Delcuve funcionaba en dicha ciudad.
Hoy la Línea A tiene un recorrido de 9,7 kilómetros, frecuentado por 250.000 pasajeros cada día, que también pueden utilizar el servicio para combinar con las líneas C, D, E y H.
Por Yasmin Ali
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