El 30 de noviembre de 1936 llegaba a suelo argentino Franklin D. Roosevelt, convirtiéndose en el primer mandatario del mencionado país en hacerlo. Sus 48 horas serían toda una aventura sacada de novela.
Este martes 5 de noviembre se celebran las nuevas elecciones presidenciales en Estados Unidos, de Donald Trump y Kamala Harris saldrá el mandatario que deberá conducir al país más importante del mundo. En este contexto surgen preguntas y curiosidades históricas en relación a este gigante y la República Argentina.
Una de las historias que vale la pena resaltar es la de la primera visita de un presidente norteamericano a estas tierras: la de Franklin D. Roosevelt en 1936. La misma reunió todos los elementos dignos de un capítulo de una novela que incluyeron espías, muertes y una protesta en el Congreso. Los detalles de un viaje de 48 horas que quedó para la posteridad.
Roosevelt fue el primer presidente en ejercicio en pisar suelo argentino, pero antes tuvimos tras visitas. En 1913 pasó su primo, Theodore Roosevelt, quien había terminado su período en 1909 y Herbert Hoover llegó al Río de la Plata en 1928, una vez electo pero antes de asumir.
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Para la época de su visita, Argentina era un país respetado en la región y Roosevelt tenía como objetivo seducir con su política de buen vecino. En enero de 1936, Roosevelt le había propuesto a su par argentino celebrar la conferencia ordinaria de la Unión Panamericana, en Buenos Aires. La agenda giraba a tratar las cuestiones de paz de la guerra del Chaco (1932-1935), buscando impulsar la creación de una comisión interamericana para mediar en los conflictos en el continente. La postura argentina, en ese entonces, era interferir lo menos posible, solo cuando se la solicitasen los países en conflicto.
En realidad, siempre se sospechó que su visita tenía que ver con conseguir bajar la espuma a la corriente del nazismo alemán y el fascismo italiano que pisaba cada vez más fuerte por estas pampas.
Roosevelt llegó con su secretario de Estado, Cordell Hulk; su asesor en política exterior, Sumner Wells; y su hijo James, una de las personas a las que más escuchaba. En tierra, participó del comité de bienvenida un norteamericano que una década más tarde daría que hablar en Argentina, Spruille Braden, por entonces un lobbista que en la guerra que había desangrado a Bolivia y Paraguay velaba por los intereses de la Standard Oil.
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Al llegar fue acompañado hasta la Casa de Gobierno por el canciller argentino Carlos Saavedra Lamas. En la Rosada esperaba el presidente Agustín P. Justo, en el Salón Blanco.
Roosevelt y su comitiva se alojaron en el Palacio Bosch, embajada de Estados Unidos y residencia del embajador desde 1929. Al día siguiente participó de la ceremonia inaugural de la conferencia de paz, que tuvo lugar en el Congreso Nacional.
Lo que pasaría sería digno de un capítulo de House of Cards: uno de los edecanes argentinos designados para integrarse a su comitiva, Guillermo Mac Hannaford, fue un oficial que desempeñaba importantes funciones en el Estado Mayor de Ejército y al día siguiente de la partida del presidente norteamericano, sería detenido acusado de espía. Se lo acusó de vender documentos militares a Bolivia y a Paraguay.
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Si algo estaba fuera de los planes es lo que ocurriría con el hijo del presidente Justo, Liborio. Resulta que su madre, Ana Bernal, facilitó su acceso a la ceremonia y consiguió pasar desapercibido. Pero cuando Roosevelt, ubicado en el estrado junto al general Justo, estaba por dar la bienvenida a las delegaciones de 21 países, se escuchó "Abajo el imperialismo". El norteamericano, con su mano derecha, hizo el típico gesto de calma mientras que el Presidente argentino murmuró: "Este fue Liborio".
Liborio era un militante trotskista que participó en la Reforma Universitaria en 1918; fue obrero en Misiones y en Paraguay y realizó varios viajes a Estados Unidos donde se desencantó. Era la oveja negra de la familia. Para algunos que lo habían tratado era "un loquito suelto".
Fue detenido en el Departamento Central de Policía, se lo dejó en libertad y llevado a pasar una temporada a una estancia en La Pampa. Tras una discusión con su padre, nunca más se hablaron hasta que terminó el período de gobierno.
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El 1º de diciembre el gobierno ofreció una cena de gala en la Casa de Gobierno, Esa misma noche, en otro lugar, con otros asistentes, ocurriría un hecho desgraciado.
August Adolph "Gus" Gennerich era un ex policía de Nueva York de 49 años que había comenzado a trabajar como custodio de Roosevelt, pero además lo ayudaba en sus problemas de movilidad. Se había convertido en su amigo.
Esa noche salió a divertirse con sus colegas de la Policía Federal, pero en un local bailable sufrió un ataque al corazón y falleció. El miércoles 16 de diciembre por la mañana Roosevelt suspendió sus actividades oficiales, y en el ala este de la Casa Blanca el reverendo Lenski ofició los funerales de su fiel amigo y custodio ante 300 personas.
El 2 de diciembre, Agustín P. Justo lo acompañó hasta el puerto y lo despidió en la cubierta del Indianápolis. Comenzaba así la primera de las visitas protocolares de los presidentes de la nación donde todos los ojos estarán, nuevamente, el próximo martes.
Por Yasmin Ali
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