Se trató de uno de los enfrentamientos decisivos que el Ejército del Norte libró ante los realistas en 1812. Del "nos creímos heridos de bala" a la ayuda divina.
El 24 de septiembre tuvo lugar la batalla de Tucumán, un hecho clave de la historia argentina que supuso un paso más para conseguir la independencia. Aquel Ejército del Norte, liderado por Manuel Belgrano, obtuvo una victoria tan importante como extraordinaria a la que se le suma un condimento sobrenatural.
Una invasión de langostas que determinó al ganador y la explicación divina a la que Belgrano le atribuyó el logro. Lo cierto es que aquel día, la naturaleza estuvo del lado independentista.
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Tras ser desplazado Juan José Castelli, por el desastre que significó Huaqui, Belgrano tomó el mando del Ejército del Norte cuyo honor estaba lastimado. Ese 1812 terminaría siendo un antes y un después para los soldados.
En agosto de ese mismo año Belgrano, ordenó la retirada de la población que terminaría conociéndose como el Éxodo jujeño. El general tenía la orden de viajar a Córdoba, desobedeció al Triunvirato y optó por quedarse en Tucumán donde finalmente decidió dar batalla ahí al ver el apoyo que sumaba.
Era el día 24 de septiembre y el creador de la bandera pasó un largo rato en el altar de la Virgen. Quedará en el misterio eterno si le pidió un milagro horas antes de la batalla. Lo cierto es que su ejército se dividió en columnas, una de ellas al mando del teniente coronel Manuel Dorrego, quien tiempo después, tendría problemas con Belgrano por su mala conducta.
Lo que pasaría en el campo de batalla pasó a la historia no solo por su importancia, también por el impensando protagonista que apareció aquella tarde.
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Quien dejó testimonio del combate fue el general José María Paz quien contó haber perdido de vista a Belgrano porque "entre aquella batalla, que contribuían a hacer más confusa la humareda, el polvo y una densísima nube de langostas, que casualmente acertaba a pasar por encima".
"Muchos nos creímos momentáneamente heridos de bala, cuando estos animalejos nos daban un golpe por el rostro o por el pecho”, reveló en sus memorias. La nube de langostas causó tal confusión que se cree que los españoles contabilizaron el doble de soldados patriotas, provocando su retirada.
No fue hasta que el jefe militar, Juan Ramón Balcarce, gritara "¡viva la patria!" que las tropas de Belgrano confirmaron la victoria ya que el lugar quedó repleto de cadáveres españoles.
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La batalla terminó de acentuar la devoción del pueblo tucumano hacia la Virgen de la Merced. Belgrano le atribuyó la victoria a la Virgen de la Mercedes y la nombró Patrona.
La batalla de Tucumán fue clave para dar un paso más a la independencia que se lograría el 9 de julio de 1816. Este y Salta fueron los únicos combates de carácter campal que se libraron en el territorio ante los realistas.
Por Yasmin Ali
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