A casi 4 horas de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra este tranquilo pueblo que esconde una historia fascinante de más de 130 años. La inmensidad de una construcción abandonada que no se rinde ante el olvido.
El castillo a casi 4 horas de CABA. Foto: Instagram @fpugliares_
El turismo rural generó fascinación en los últimos años, permitiendo descubrir destinos -hasta ahora- ocultos de la provincia de Buenos Aires con sus propios mitos y leyendas. A 300 kilómetros de CABA encontramos la localidad de Egaña, cuna de una joya arquitectónica: el Castillo San Francisco.
Ubicada dentro del partido de Rauch este sitio guarda una historia llena de misterios y cuyo destino no es otro que la tragedia. Sucede que en el antiguo casco de la Estancia San Francisco, símbolo de una época de esplendor aristocrático, nunca pudo ser disfrutado por sus propietarios.
Castillo en Engaña. Foto: Instagram @fpugliares_
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Fue construído por el arquitecto Eugenio Díaz Vélez, hijo del general Eustoquio, entre los años 1918 y 1930. No pudo disfrutarlo porque antes de inaugurarlo, Eugenio se sintió mal y se fue a Buenos Aires a hacerse unos estudios de rutina.
Los preparativos para el gran día estaban hechos, la cena lista y la gente esperando. Pero todo terminó en una abrupta suspensión porque Eugenio murió horas antes, el 20 de mayo de 1930 en su residencia de la calle Montes de Oca.
“Cerraron la casona, se fueron los familiares y los amigos en tren hacia Buenos Aires y dejaron todo. Esto permaneció así casi por treinta años. Había quedado la vajilla, los muebles, todo dispuesto para el banquete y así permaneció durante treinta años”, reveló Rosa Salvatierra, vecina del lugar desde hace años.
La fastuosidad reinaba en aquella construcción: 77 habitaciones, 14 baños, 2 cocinas, galerías, patios, taller de carpintería, terraza, mirador y balcones. Estaba dividido en tres plantas y no era visible desde el camino al estar rodeado por un bosque.
Castillo en Engaña. Foto: Instagram @fpugliares_
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En 1958 fue expropiado y tomó posesión el Ministerio de Asuntos Agrarios. Allí se decide rematar toda la vajilla y todo lo que había ahí dentro porque nadie reclamó ni se hizo cargo de nada. En 1965 la propiedad fue transferida al Consejo Provincial del Menor con intenciones de convertirlo en un hogar granja, pero fue un reformatorio para jóvenes con problemas de conducta.
El lugar funcionó hasta 1974 cuando un joven asesinó al director Eduardo Burg de siete disparos, causando otro cierre. La Escuela Agropecuaria de Rauch y la Fundación San Francisco tomaron posesión de lo que es la parte del tambo, que actualmente siguen produciendo leche.
A pesar de su estado de abandono, el castillo es el gran atractivo turístico y se pueden realizar visitas guiadas los domingos mediante un bono contribución.
Castillo en Engaña. Foto: Instagram @fpugliares_
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