El 29 de septiembre es el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos: el objetivo es hacer visible esta problemática y ofrecer soluciones.
En un mundo donde el número de personas afectadas por el hambre muestra un gran crecimiento desde el año 2014, y en donde anualmente se desaprovechan 1.300 millones de toneladas de alimentos, es urgente adoptar medidas concretas para revertir esta tendencia. Las cifras son verdaderas señales de alarma que indican la necesidad de tomar conciencia de la situación y emprender acciones decisivas.
Se estima que el 14% de los alimentos del mundo se pierden y aproximadamente el 17% de la producción total se desperdicia, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El 14% de los alimentos del mundo se pierden y aproximadamente el 17% de la producción total se desperdicia.
Cada 29 de septiembre se celebra el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, una oportunidad para convocar a la acción tanto al sector público, representado por las autoridades nacionales y locales, como al sector privado, que incluye empresas y ciudadanos.
“Reducir a la mitad el desperdicio de alimentos y recortar la pérdida es una parte importante de los esfuerzos para hacer frente a la urgente crisis climática y alimentaria”, afirmó la Directora Ejecutiva de la FAO, Inger Andersen.
Cuando se pierden o desperdician alimentos, todos los recursos que se utilizaron para su producción (como el agua, la tierra, la energía, la mano de obra y el capital) se desaprovechan. Además, la disposición de estos residuos en vertederos genera emisiones de gases de efecto invernadero, lo que contribuye al cambio climático. Esto también afecta la seguridad alimentaria y la disponibilidad de alimentos, que hace aumentar el costo de la alimentación.
La FAO estima que entre 691 y 783 millones de personas en el mundo enfrentaron situación de hambre en 2022. Esto representa un aumento de 122 millones de personas más en comparación con el año 2019, antes de la pandemia.
Según advierte el organismo internacional, los alimentos desperdiciados podrían alimentar a 1.260 millones de personas cada año.
La FAO estima que 691 y 783 millones de personas en el mundo enfrentaron hambre en 2022
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La pérdida de alimentos se define como la reducción -tanto en cantidad como en calidad- de los productos alimenticios a causa de las decisiones y acciones de los proveedores en la cadena alimentaria. Esto se refiere a cualquier alimento que se descarta y desecha a lo largo del proceso de suministro, desde la cosecha hasta el minorista, pero excluyendo a este nivel.
En tanto, el desperdicio se refiere a la disminución en la cantidad o calidad de los alimentos como resultado de las decisiones y acciones de los minoristas, proveedores de servicios alimentarios y consumidores.
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La pérdida de alimentos se origina en las explotaciones agrícolas, donde factores como la elección de un momento inapropiado para la recolección, las condiciones climáticas desfavorables, las prácticas deficientes en la recolección y los problemas en la comercialización de la producción desempeñan un papel crucial.
El almacenamiento inadecuado contribuye significativamente a estas perdidas. Por otra parte, la elaboración y el envasado son determinantes en la conservación de los alimentos, y las pérdidas suelen deberse a instalaciones obsoletas, al mal funcionamiento técnico o a errores humanos.
En lo que respecta a las causas del desperdicio de alimentos en el comercio minorista, se identifican diversos factores. Entre ellos, la limitada vida útil de los productos, la necesidad de que cumplan con estándares estéticos en cuanto a su color, forma o tamaño, así como la variabilidad de la demanda de los consumidores.
cumplan con estándares estéticos en cuanto a su color, forma y tamaño.
Por otro lado, cuando se analiza el desperdicio alimentario en los hogares, a nivel consumidor suele originarse debido a una deficiente planificación en las compras y la preparación de las comidas, la adquisición excesiva (influenciada por porciones y envases de gran tamaño) y un inadecuado almacenamiento en el entorno doméstico.
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Disminuir la pérdida y desperdicio de comida contribuye a reducir la pobreza, el hambre y ayuda a combatir el cambio climático.
En la actualidad, el desperdicio de alimentos es responsable del 8% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según la FAO.
La emisión de gases de efecto invernadero genera un clima más inestable y conduce a fenómenos meteorológicos extremos, como sequías e inundaciones. Estos cambios repercuten negativamente en el rendimiento de las cosechas.
Mediante la implementación de prácticas circulares, como la transformación de alimentos perdidos y desperdiciados en compost o su uso para la producción de biogás, se logra evitar las perjudiciales emisiones de metano.
Disminuir la pérdida y desperdicio de comida reduce la pobreza, el hambre y ayuda a combatir el cambio climático
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Para que nuestros sistemas alimentarios sean verdaderamente resilientes, deben ser sostenibles. Por eso, es importante poner foco en la adopción de enfoques integrados que aborden de manera efectiva la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos. Esto implica la necesidad de tomar medidas tanto a nivel global como local para maximizar la utilización de los alimentos que producimos.
“Necesitamos medidas colectivas a fin de ampliar los esfuerzos para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos al tiempo que se limitan las emisiones de gases de efecto invernadero”, señaló el Director General de la FAO, QU Dongyu.
Reducir de la pérdida y el desperdicio de alimentos es fundamental para la transición hacia sistemas agroalimentarios sostenibles que hagan más eficiente el uso de los recursos naturales, disminuyan su repercusión en el planeta y garanticen la seguridad alimentaria y la nutrición.
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