Según los investigadores, este hallazgo cambiará la manera en la que se entiende y aborda el ejercicio físico, dando a conocer nuevas vías para mejorar la salud y combatir enfermedades crónicas mediante la activación del deseo natural de moverse.
Por Canal26
Miércoles 28 de Agosto de 2024 - 13:36
Un equipo de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), liderado por la científica española Guadalupe Sabio, identificaron un mecanismo biológico que podría explicar por qué algunas personas tienen más ganas de hacer ejercicio que otras.
Publicado en la prestigiosa revista Science Advances, el estudio sugirió la existencia de un "interruptor" en los músculos que activa el deseo de moverse, implicando proteínas específicas que se regulan entre sí para mantener el equilibrio en el organismo.
La investigación también distinguió el potencial terapéutico de este descubrimiento.
El hallazgo se centra en dos proteínas de la misma familia, p38α y p38γ, que se activan cuando los músculos se contraen de manera repetida durante el ejercicio. La activación de estas proteínas juega un papel indispensable en la regulación de la actividad física, tanto en ratones como en humanos.
La investigación también se enfocó y distinguió el potencial terapéutico de este descubrimiento para el tratamiento de la obesidad y enfermedades metabólicas, dado que la señalización muscular podría ser clave en la motivación para el ejercicio.
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El estudio reveló que el interés por la actividad física varía dependiendo de cuándo y cómo se activa cada una de las dos proteínas. Además, se identificó la interleucina 15 (IL-15), una proteína que, al ser producida durante el ejercicio, tiene un efecto directo sobre la corteza motora del cerebro, la región que controla el movimiento.
En el estudio, los animales que realizaron ejercicio regular mostraron una mayor activación de p38.
La producción de IL-15 en el músculo envía una señal al cerebro que estimula la actividad motora, haciendo que los individuos, tanto animales como humanos, se vuelvan más activos incluso después del ejercicio.
Durante el experimento, se observó que los animales que realizaron ejercicio regular mostraron una mayor activación de p38γ en comparación con p38α, lo que sugirió que el propio entrenamiento mantiene vivo el deseo de hacer ejercicio.
En humanos, la activación de las proteínas p38 en los músculos se observó en respuesta a una actividad física de intensidad creciente.
Este efecto se mantuvo incluso en animales con obesidad inducida por una dieta alta en grasas, los cuales, tras el ejercicio regular, mostraron mejoras en su metabolismo, reducción del riesgo de diabetes y menor acumulación de grasa, incluyendo una disminución en el riesgo de padecer hígado graso.
En humanos, la activación de las proteínas p38 en los músculos se observó en respuesta a una actividad física de intensidad creciente, acompañada por un aumento en los niveles de IL-15 en la sangre. Los pacientes obesos, sin embargo, presentaban niveles más bajos de IL-15, lo que subrayó la relevancia de esta proteína en la relación entre ejercicio y obesidad.
Guadalupe Sabio y su equipo ya están planeando próximos pasos que podrían revolucionar el enfoque hacia el ejercicio y su relación con enfermedades metabólicas. Uno de los objetivos es confirmar si IL-15 puede funcionar como un biomarcador sanguíneo que indique el deseo de hacer ejercicio. De ser así, se podría investigar qué tipos de ejercicio estimulan más su producción, o cómo este eje varía entre personas obesas y no obesas.
El equipo planea revolucionar el enfoque hacia el ejercicio y su relación con enfermedades metabólicas.
Estos avances no solo podrían proporcionar herramientas valiosas para entrenadores y preparadores físicos, sino también abrir la puerta al desarrollo de fármacos que potencien la producción de IL-15. Esto sería especialmente beneficioso para personas que requieren un mayor impulso para mantener una vida activa, como aquellos con obesidad.
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