Ocurrió en la época colonial cuando aún no estaba formado el Virreinato del Río de la Plata. Cómo era la "caza de brujas" tan temida por las mujeres de la zona.
Como si estuviera sacado de un cuento de ficción, la cacería de brujas existió alrededor del mundo y el territorio -que hoy es Argentina- no fue la excepción. Así como la primera temporada de Outlander muestra el juicio al que fueron sometidas la protagonista Claire Fraser y Geillis Duncan, lo mismo ocurrió en Santiago del Estero.
Vale aclarar que para la época, imponer un credo era posible por dos vías: el “sincretismo”, la adaptación de los viejos ritos a las nuevas prédicas religiosas y la otra, la práctica oculta de las antiguas creencias que suele ser denunciado como “culto al demonio” y brujería. Así fue cómo tuvo lugar el juicio acusando de dicha práctica a dos mujeres en lo que era el Virreinato del Perú, previo a la creación del Virreinato del Río de la Plata.
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Las llamadas salamancas del actual Noroeste, por lo general mujeres indias y mestizas, eran asociadas al culto de las brujas de Europa y condenadas de la misma forma: la tortura y la muerte.
Las acusaciones de brujería no eran ninguna novedad. Habían alcanzado su apogeo durante la Edad Media cuando se enviaron a la hoguera miles de mujeres como cuenta el libro Malleus maleficarum:
“Fue a partir del feudalismo cuando el poder reinante se esforzó por hacer más visible lo que consideraba la naturaleza pecadora de la mujer. Comenzó a acusársela en público de sostener pactos con el diablo y de obrar contra la Iglesia. Mucho más cuando hacía gala de ciertos saberes, esencialmente vinculados a la curación de enfermedades o los misterios de la fertilidad.
La bruja encarnaba en cierto sentido un espíritu de revuelta y subversión contra lo establecido tanto por el Estado como por la religión. Cuando esto se hizo más evidente, el hombre, como representante del poder, que veía en peligro su dominio y amenazados sus privilegios, la llamó bruja, no sólo para que apareciese como delegada o aliada de Lucifer, sino para dejarla fuera de la sociedad”.
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La gobernación de Tucumán realizó una caza exhaustiva a partir de finales del siglo XVIII. La documentación más completa se conserva en el Archivo Histórico de Tucumán, sin embargo, también hay casos de acusación por hechicería en otras jurisdicciones.
De lo que se tiene registro es de lo que sucedió en el año 1725, En Santiago del Estero ,donde se registra el primer proceso judicial en el que una mujer es acusada de hechicera. Se trata de Antonia, apodada “la Parda” por su cruza de raza indígena con negra.
Se sabía que la madre de Antonia también había sido acusada y ejecutada por el delito de hechicera. Su hermana también había sufrido la misma acusación, pero ésta sí había logrado escapar. Los registros no relatan el final de esta historia, pero Antonia podría haber tenido dos fines: ser ejecutada o encerrada en la cárcel.
En el siglo XVIII hay registros de juicios por hechicería en el actual territorio argentino, como fue el caso de las indias Lorenza y Francisca, del pueblo de Tuama (Santiago del Estero), acusadas de provocar “daños” por “artes diabólicas”.
El juicio se traslada a la Capital de Santiago del Estero, donde Lorenza es torturada tres veces. En la última acusa a “Pancha”, la otra india. Ambas fueron enjuiciadas y encerradas en la cárcel, donde murieron al cabo de unos años.
La "caza de brujas" llegó a lo que hoy es Argentina y muchas mujeres debieron padecer persecuciones, violencia y muerte a causa de imponer un credo o no dar lugar a otro modo de vida.
Por Yasmin Ali
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