Desde sus inicios como un campesino semi-analfabeto hasta su ascenso en la corte de los zares, Rasputín se consolidó como un personaje fundamental en la Rusia zarista del siglo XX.
Hace más de un siglo, en el remoto pueblo de Pokrovskoye, en la región rusa de Siberia, nació Grigori Yefímovich Rasputín, un hombre que, desafiando sus orígenes humildes, se convertiría en un oscuro capítulo de la historia de su país. Desde sus inicios como un campesino semi-analfabeto hasta su ascenso en la corte de los zares, se consolidó como un personaje fundamental en la Rusia zarista del siglo XX.
Considerado el "niño prodigio" entre sus ocho hermanos por sus supuestas profecías y visiones, Rasputín creció llamando la atención de todo su pueblo. Sin embargo, y lejos de cumplir con las expectativas de su familia, ese muchacho "espiritual" creció y decidió tomar otro camino para, de esta manera, sumergirse en la delincuencia, el alcoholismo e, incluso, en un matrimonio a temprana edad.
Su casamiento a los 19 años con Praskovia Dubrovina, una joven de su pueblo, lo llevó a rápidamente convertirse en padre. Con ella, tuvo un total de cinco hijos, aunque los dos primeros murieron al nacer. A pesar de "tenerlo todo", el impetuoso espíritu aventurero de Rasputín no tardó en derrumbar la familia que había construido.
Con la excusa de ir en busca de su espiritualidad, decidió abandonar su hogar y emprendió un viaje sin una fecha de retorno. Para su sorpresa, la espiritualidad que tanto anhelaba encontrar apareció casi de inmediato: los Jiystý, una secta cristiana prohibida que practicaba la autoflagelación y el arrepentimiento a través de rituales extremos, le brindaron la oportunidad de unirse a ellos.
Lo que ocurrió durante los años rebeldes de Rasputín bajo esta "religión" es otra historia. Fiestas multitudinarias, múltiples encuentros sexuales, litros de alcohol y sadomasoquismo fueron su nueva realidad como miembro de la secta, la cual fue fundada por Daniil Filippovic en 1631. Aunque resulte difícil de creer, todo tenía un propósito puramente divino: purgarse a través del arrepentimiento y, de esta manera, lograr la purificación.
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Con el paso de los años, Rasputín logró infiltrarse en la aristocracia rusa, convirtiéndose en el confidente de la zarina Alejandra. Su supuesto poder sanador, especialmente en el tratamiento de la hemofilia del heredero al trono, Alexéi, lo catapultó a una posición de gran influencia dentro de la familia. Como consecuencia, Rasputín no solo se convirtió en el asistente espiritual de la familia Romanov, sino que también influyó en las decisiones políticas del zar Nicolás II.
Con la participación rusa en la Primera Guerra Mundial, Rasputín, sin contar con vastos conocimientos de geopolítica, advirtió al zar sobre la destrucción inminente del imperio. Sin embargo, sus advertencias cayeron en oídos sordos y, Siendo fiel a su innato poder de predicción, la derrota militar y la crisis económica no tardaron en llegar, lo que aceleró la caída de los Romanov y la posterior Revolución Rusa en 1917.
Con casi toda la aristocracia pidiendo la cabeza de Rasputín, su muerte era casi un hecho. Sus grandes influencias en las decisiones de la zarina, de quien se sospechaba que era amante, terminaron de determinar su exterminio. Fue así que, en una noche fatal en 1916, fue invitado a la mansión de Felix Yusupov.
Fue así que, bajo la excusa de agasajarlo y solicitarle algunas predicciones, decidieron envenenar su comida con cianuro. Sin embargo, las horas pasaron y Rasputín no parecía estar a punto de morir, sino que, al contrario, se sentía tan contento y vivaz que pidió una guitarra para poder cantar.
Un tanto frustrados, y comenzando a sospechar en la "inmortalidad" de este personaje, decidieron simplificar la tarea. En un momento de distracción, le dispararon tres veces, pero una vez más salteó la muerte, e incluso intentó defenderse de los anfitriones.
Se necesitaron cuatro disparos más para terminar con la vida de Rasputín, quien finalmente fue arrojado al río Neva un 30 de diciembre de 1916. Hallado tres días después, su muerte no solo marcó el fin de su influencia en la corte, sino que también resonó en una profecía cumplida sobre el destino trágico de los Romanov, quienes fueron fusilados por los bolcheviques poco tiempo después.
Aunque la canción "Rasputin" del grupo musical Boney M. inmortalizó su figura, el misterio en torno a este "monje loco" siberiano perdura. ¿Fue Rasputín realmente el curandero milagroso que sanó al hijo del zar, o simplemente fue un hombre astuto que aprovechó las debilidades de los Romanov?.
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