Capital de Argentina y una de las ciudades más importantes de Sudamérica, su nombre esconde una particular historia religiosa que poco se ha contado.
Buenos Aires y el origen de su nombre. Foto: Unsplash
Buenos Aires, capital de la República Argentina y cuna de tradiciones como el tango, fútbol y gastronomía que va desde el asado a una pizzería típica porteña. Detrás de aquello se esconde una ciudad que lleva cerca de 500 años creciendo y transformándose a la par de sus habitantes.
Pero dicen que para entender nuestra idiosincrasia hay que saber de dónde venimos y el origen del nombre de la ciudad que habitamos puede decirnos muchos. ¿Qué sabemos del origen de Buenos Aires?
Puerto Madero, otro de los barrios típicos de la Ciudad. Foto: Unsplash
En 1536, el adelantado Pedro de Mendoza comandaba una flota que alcanzó estas tierras durante la festividad de la Virgen de la Candelaria el 2 de febrero.
Al llegar decidieron levantar un primer asentamiento portuario de nombre "Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre". Lo llamó así para cumplir la promesa que le hizo a la Patrona de los navegantes: la Candelaria que se hallaba en la Cofradía de los Mareantes de Triana de la que Mendoza era miembro.
Juan de Garay y Pedro de Mendoza, fundadores de Buenos Aires
"Buen Aire" (o Ayre) es la castellanización del nombre de la Virgen de Bonaria, es decir, la Virgen de la Candelaria. Los mercedarios levantaron un santuario para navegantes en Cagliari, Cerdeña, en su honor.
La leyenda dice que una tormenta sorprendió las costas de Cerdeña donde estaba un barco de Barcelona, el cual llevaba entre su carga la imagen de la mencionada virgen para el convento. Para alivianar el peso arrojaron cajas al mar y al salir una de ellas a flote, un viento calmó la tormenta. Cuando los navegantes abrieron la caja se encontraron con la imagen de la Candelaria con el niño Jesús apoyado en su brazo izquierdo y en el derecho una vela encendida.
Virgen de la Candelaria
Es así que la virgen con un fuerte viento, unos buenos aires, salvó a los marineros de la tormenta convirtiéndose también en Nuestra Señora del Buen Ayre. Desde entonces, se la considera una representación de la Candelaria a pesar de tener diferente advocación.
Años después, el 11 de junio de 1580, Juan de Garay fundó la ciudad llamándola "Ciudad de la Trinidad y Puerto de San María de los Buenos Ayres". Ese nombre se mantuvo hasta 1996 cuando, debido a la reforma constitucional del '94, se estableció que la capital argentina era oficialmente la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Caminito, barrio típico de Buenos Aires. Foto: Unsplash
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Desde la primera clase de historia en los colegios se nos ha dicho que Buenos Aires fue fundada por primera vez el 2 (algunos dicen el 3) de febrero de 1536 por Pedro de Mendoza. Lo cierto es que sí existió, pero se trató de un precario asentamiento que revelaría que en realidad nunca hubo intenciones de convertir el lugar en una ciudad.
La misma fue instalada por motivos estratégico y lo que fundó es lo que en aquella época se llamaba un "Real". ¿Qué quiere decir? Así se denominaban a los asentamientos. De hecho, en las primeras crónicas se lo bautizó como “Real Asentamiento Santa María del Buen Ayre" lo cual apoyaría esta versión.
Primeros asentamientos en Buenos Aires
Otro punto a tener en cuenta, y que no es menor, es que Mendoza no tenía atribuciones para fundar ciudades. En el derecho español se tomaba muy en serio el hecho que para hacer algo así era necesario un cuerpo de vecinos libres, una milicia autónoma y un Cabildo. Nada de eso tuvo la primera fundación.
A eso hay que sumarle la fecha precisa, que en este caso nunca hubo, un acta fundacional y una ceremonia solemne de la cual tampoco hay registros. José María Rosa detalla en Historia argentina que "se omitió la ceremonia, no se levantó acta, no se repartieron solares, ni tierras, ni indios".
Primeros asentamientos en Buenos Aires
En resumidas cuentas, el único objetivo era el de vigilancia y seguridad de los territorios cercanos. Lo poco construido eran ranchos de barro, paja y madera de los montes cercanos con solamente un foso y un terraplén de tierra perimetrales como defensa. No había Iglesia ni Ayuntamiento y lejos estaba de ser una primera ciudad.
La historia es conocida: el asentamiento duró poco y nada. Los aborígenes sitiaron el lugar, enojados por el trato de los españoles, asaltaron e incendiaron la zona para dejarlo prácticamente destruido. Mendoza, por su parte, intentó volver muy enfermo a su España natal y murió en el viaje.
Por Yasmin Ali
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