El posible repliegue de Estados Unidos y el riesgo de una carrera armamentista en Asia

¿Cómo quedarían divididos los poderes en Asia si Donald Trump cambiara las reglas del juego? Nuevas alianzas estratégicas y medidas inesperadas ante un futuro todavía incierto.

Por Geopolítica en Acción

Miércoles 12 de Marzo de 2025 - 08:00

Donald Trump y Xi Jinping. Foto: Reuters Donald Trump y Xi Jinping. Foto: Reuters

La política exterior estadounidense atraviesa un ciclo de incertidumbre, particularmente en Asia, donde sus aliados históricos enfrentan la posibilidad de un repliegue estratégico. En este contexto, el temor al abandono ha impulsado a Japón y Filipinas a reforzar sus acuerdos de seguridad.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Foto: Reuters/Kevin Lamarque Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Foto: Reuters/Kevin Lamarque

Desde la Guerra Fría, la estrategia de contención diseñada por George Kennan partía de la premisa de que Estados Unidos debía evitar la expansión de poderes hostiles en el Rimland eurasiático, la franja costera que, como argumentaba Nicholas Spykman, definía la estabilidad global. En el siglo XXI, esa lógica persiste, pero con nuevas manifestaciones. China ha reemplazado a la Unión Soviética como la principal potencia revisionista, y sus vecinos más expuestos buscan opciones para garantizar su seguridad en un entorno de creciente volatilidad.

Japón y Filipinas han reaccionado a la incertidumbre con un reforzamiento de su relación con Washington y una aceleración de su propio desarrollo militar. En 2024, Tokio y Manila suscribieron acuerdos estratégicos para la presencia de tropas estadounidenses y han incrementado sus capacidades de defensa autónoma. Sin embargo, si Estados Unidos reduce su compromiso con la región, estas naciones podrían verse obligadas a considerar opciones aún más drásticas.

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¿Un Japón nuclear?

La posibilidad de que Japón desarrolle armamento nuclear, otrora impensable, ha dejado de ser un tabú. Un repliegue de Washington podría empujar a Tokio a reconsiderar su estatus como potencia desarmada. Shinzo Abe ya había insinuado esta posibilidad en el pasado, y con la creciente amenaza china y norcoreana, la presión para que Japón adquiera un disuasivo propio aumentará exponencialmente. Un desarrollo similar podría ocurrir en Corea del Sur, generando una dinámica de proliferación.

Más allá del dilema nuclear, el vacío estratégico que dejaría Estados Unidos en el rimland asiático sería una invitación a China para expandir su influencia, erosionando aún más la credibilidad de Washington como garante del orden internacional.

Durante la Guerra Fría, la contención fue efectiva porque combinó disuasión militar, acuerdos de seguridad sólidos y presencia constante en la región. Si estos elementos desaparecen, el Indo-Pacífico podría convertirse en un teatro de competencia aún más intensa, con aliados inseguros y una China cada vez más asertiva.

Unión Europea. Foto Unsplash

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Un futuro incierto

Más allá de la presencia militar y los acuerdos firmados, la credibilidad de Estados Unidos en Asia depende de su disposición a respaldar efectivamente a sus aliados. La administración Trump, con su retórica errática y su visión transaccional del poder, sembró dudas profundas sobre este compromiso. Su postura frente a Taiwán, oscilando entre la bravuconada y la ambigüedad estratégica, solo amplificó la incertidumbre regional.

Sin embargo, el dilema de Washington en Asia no es nuevo. La historia demuestra que la falta de claridad en los compromisos estratégicos fomenta la inestabilidad y las carreras armamentistas. El repliegue estadounidense, más que una cuestión ideológica, es un problema estructural: a medida que la estrategia se vuelve incoherente, sus aliados se ven obligados a reconsiderar su seguridad. La gran incógnita es si están preparados para llenar el vacío que dejaría una retirada norteamericana. La respuesta, por ahora, se está escribiendo en las aguas disputadas del Mar de China Meridional.

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