Spykman y el equilibrio de poder en Sudamérica: con Brasil aliado a China, ¿Argentina tiene que alinearse con EE.UU.?

Si las fuerzas no están equilibradas el sistema se vuelve inestable, postuló uno de los padres de la geopolítica. En la región, el vecino del norte se acercó al gigante asiático, ahora es el turno de Argentina de acercarse a una potencia con el fin de recuperar autonomía relativa.

Por Saturnino Funes - Geopolítica en acción

Sábado 26 de Abril de 2025 - 08:00

Javier Milei se reunió con Donald Trump. Foto: Presidencia Javier Milei se reunió con Donald Trump. Foto: Presidencia

La política internacional continúa determinada por relaciones de poder. Las instituciones multilaterales y el derecho internacional no han modificado ese principio fundamental. Los Estados siguen actuando conforme a sus intereses estratégicos, en un escenario donde la supervivencia, la influencia y la prevención de hegemonías siguen siendo los motores esenciales de la conducta externa.

Nicholas Spykman (1893 – 1943), uno de los exponentes más lúcidos del realismo geopolítico, formuló con claridad esta concepción en la primera mitad del siglo XX. Aunque murió antes del fin de la Segunda Guerra Mundial, su marco teórico conserva plena vigencia. La creación posterior de las Naciones Unidas no alteró su diagnóstico: la política internacional no está regida por una autoridad supranacional efectiva, sino por la correlación de fuerzas entre actores soberanos.

Asamblea de la ONU en Nueva York. Foto: Reuters. Asamblea de la ONU en Nueva York. Foto: Reuters.

En este contexto, la noción de equilibrio de poder adquiere centralidad. Spykman advirtió que cuando un actor se fortalece más allá de cierto umbral, el sistema tiende al desbalance y la inestabilidad. Frente a ello, la única respuesta viable es la contención estratégica: una reacción articulada de los restantes actores para restablecer el balance e impedir la consolidación de un hegemón.

Sudamérica ofrece hoy un ejemplo claro de esta dinámica. La consolidación de Brasil como actor regional preeminente, articulado a una alianza estructural con China, plantea una situación de asimetría estratégica. El fenómeno excede lo económico: expresa una lógica de proyección extra-regional por medio de un actor local. Este escenario introduce una tensión geopolítica que no puede ser ignorada.

Desde la perspectiva del equilibrio de poder, corresponde que otro actor regional —Argentina— actúe como contrapeso. Para ello, resulta clave una articulación estratégica con una potencia global con capacidad de proyección en el hemisferio. En este caso, Estados Unidos.

Tal alineamiento, lejos de implicar subordinación, debe entenderse como una decisión racional orientada a recuperar autonomía relativa.

Reunión del presidente de Brasil y el de China Reunión de los presidentes de Brasil y China.

La política exterior no puede construirse sobre premisas ideológicas. Requiere análisis crudo de las relaciones de fuerza. Argentina necesita reinsertarse en el tablero regional desde una lógica de poder. Ello implica, entre otras cosas, ocupar espacios estratégicos antes de que lo hagan otros. El Atlántico Sur y la Antártida forman parte de esa agenda. Ushuaia, en particular, debe consolidarse como plataforma logística y nodo de soberanía operativa en el sur del continente.

En este sentido, la posibilidad de desarrollar un puerto logístico antártico con cooperación estadounidense, pero bajo jurisdicción argentina, representa una oportunidad concreta. No se trata de delegar soberanía, sino de reforzarla mediante un esquema de asociación funcional a los intereses nacionales.

La construcción de poder no se limita a lo externo. Requiere cohesión interna. Las Fuerzas Armadas, en tanto institución nacional con despliegue territorial, pueden cumplir un rol articulador. A su vez, la causa Malvinas conserva un valor simbólico y estratégico capaz de generar consensos amplios. Ambos factores pueden operar como vectores de unidad y como anclajes de un proyecto nacional con proyección geopolítica.

Antártida Argentina. Foto: argentina.gob Antártida Argentina. Foto: argentina.gob

Spykman explicó que los espacios no ocupados son provisionalmente neutros, pero tarde o temprano se convierten en objeto de apropiación por las potencias.

En el escenario sudamericano, esta lógica ya está en marcha. Argentina aún conserva capacidades relevantes, pero la ventana estratégica para ejercerlas no será indefinida.

Lo que está en juego no es una alianza transitoria ni una preferencia coyuntural. Es la posibilidad de mantener capacidad de decisión soberana en el marco de una reconfiguración regional en curso. Quien no actúa en el momento adecuado, queda fuera del tablero.

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