Es muy usual pensar que con el Año Nuevo se van algunas experiencias y promesas las cuales se renuevan el primero de enero. ¿Pero por qué suele realizarse este ritual? Las psicólogas Andrea Lifzyc y Belén Santomé Osuna lo explican.
Hacer balances de fin de año es una práctica muy común en muchas personas. Desde posteos interminables con fotos en Instagram hasta en la intimidad de una sesión de terapia, esta costumbre está relacionada con la reflexión personal, el bienestar emocional y el proceso de cambio.
Y aunque sea una convención social, puede ser importante para tener un norte y así proyectar un futuro de cara al año que comienza, evaluar el camino recorrido hasta ahora y reconocer nuestros propios logros, así como también los errores.
La psicología insta a las personas a mantener una actitud de reflexión que activa puede contribuir a la mejora personal y al crecimiento emocional. Además, el cierre de ciclos es importante para la salud mental debido a que ayudan a organizar y procesar las experiencias. ¿Cuál es la clave de realizar un balance de fin de año?
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Antes de levantar las copas y brindar por el año que se va y el nuevo que comienza, es usual pensar en aquello que hicimos, qué cosas queremos repetir y cuáles queremos cambiar y, según la psicología, es un proceso lógico y hasta saludable para la vida.
“Durante las fechas que se aproximan, Fin de Año particularmente, es usual que surjan interrogantes, sensibilidades, conclusiones, reencuentros o enojos, que durante el año no aparecieron con tal nitidez”, explicó la psicoanalista Andrea Lifzyc (M.N. 72979) de @losingular.psi, quien también expresó que por estas fechas los pacientes también comiencen a tomar ciertas decisiones para poder abordar mejor el próximo año.
“El evento social de fin de año marca un tiempo y un corte que nos atraviesa a todos; sin embargo, es claro que cada quien lo transita de un modo singular. Esta fecha es inseparable de lo social ya que la sociedad es la que nos indica que existe un momento de finalización de un año que se respeta universalmente”, detalló Lifzyc.
Al parecer, aunque seguimos siendo los mismos pasadas las doce de la noche después de brindar, el tiempo es percibido de otra manera debido a que cada año que pasa, nos hacemos más grandes y hay proyectos que no pueden seguir esperando.
“La cuestión del tiempo es un tema que preocupa mucho a los pacientes, sobre todo a los neurótico obsesivos. El hecho de que seamos mortales, nos da aviso de que hay un final, no existe un 'para siempre' y de alguna manera tratamos de organizar nuestro tiempo en días, semanas y años”, resaltó la psicoanalista Belén Santomé Osuna (M.N. 73835) de @Ilustra.psi.
“Cada año nos proponemos cosas y nos damos cuenta de lo que falta, como si cada enero aparecieran las metas y en diciembre los reproches, así como a los 18 años nos subimos a un barco de ilusiones y a los 30 se siente el barco un poco vacío, en análisis se busca transitar con ese vacío y reubicarse para no bajarse del barco”, puntualizó Santomé.
Para completar esta idea, Andrea Lifzyc insistió en que la psicología tiene mucho que ver con los cierres de fin de año, ya que la sensibilidad se encuentra a flor de piel: “Es como si esta fecha empujara a uno a inscribir ciertas ausencias, es decir, transitar un dolor al que esta vez, se le puede huir un poco menos. Ausencia de algún familiar o amigo. Ausencia de algo que no ocurrió como hubiésemos esperado. Esta fecha nos confronta más de cerca con eso, y aunque es doloroso, también nos da la posibilidad de poder comenzar a habitar la angustia que puede provocar”.
Si bien es cierto entonces que para muchos el primero de enero representa el renacer de las esperanzas, el deseo y el comenzar otra vez, hay algo del anhelo que debemos dejar atrás para poder hacer un proceso saludable.
“En 1915 Freud escribe un texto que llamó 'Transitoriedad' allí relata que un verano salió a pasear con un amigo poeta, y admirando la belleza del lugar su amigo sintió una profunda angustia al pensar que en invierno toda esa belleza iba a desaparecer, Freud, al contrario, le señala a su amigo pesimista que justamente eso es lo que aumenta su valor”, explicó Belén.
En "Transitoriedad", Freud dice: “El valor de la transitoriedad es el de la escasez en el tiempo. La restricción en la posibilidad del goce lo torna más apreciable. (…) En lo que atañe a la hermosura de la naturaleza, tras cada destrucción por el invierno ella vuelve al año siguiente, y ese retorno puede definirse como eterno en proporción al lapso que dura nuestra vida.“
“Justamente el saber que las cosas se terminan proporciona la oportunidad de disfrutarlo, porque va a desaparecer y la esperanza de buscar lo bello cada vez, cada año”, cerró Santomé.
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