Foto: Reuters.
Por Manuel Castro
Hubo dos ceremonias. Una de despedida, la primera y la de toma de posesión, la segunda.Sólo debió haber habido una. Dos protagonistas distintos para una novela que no ha hecho más que comenzar.
Trump le aguó la fiesta a los demócratas, que no lo pudieron sacar de la Casa Blanca como insistía casi histéricamente Nancy Pelosi. Eso sí el juicio político sigue aún pendiente y será la Cámara de Senadores la que tendrá que decidir. Para inhabilitar a Donald Trump se necesitan unos 67 votos de los 100 que hay en la cámara alta. Es que temen que vuelva.
Su salida de la Casa Blanca estuvo perfectamente escenificada. El Marine One lo esperaba. El discurso que dio el día anterior, despidiéndose estuvo cargado de patriotismo. Del mismo tenor fueron sus palabras antes de abordar el Air Force One con destino a La Florida.
Dejó flotando una frase, algo parecido a MacArthur cuando tuvo que salir de las Filipinas (I shall return); dijo: “estaremos de regreso de alguna forma”. Abordó el avión arropado en olor de multitud.
En Capitol Hill también todo estaba preparado minuciosamente, con toda la pompa y circunstancia. Unos 25.000 soldados de la Guardia Nacional custodiaban el Distrito de Columbia. Más militares que invitados. Ciudadanía ninguna. Solo unas 200.000 banderas representando al pueblo. Pero fueron solo trapos y no personas. Y no es lo mismo. Digan que fue por el virus o por temor a un atentado. No es lo mismo.
En la ceremonia presentes ex presidentes y hasta Mike Pence al igual que otros republicanos como Mitch McConnell (para muchos un traidor) y Kevin Mc Carthy, para dar una imagen de unidad. La que solicita Joe Biden.
Todo el espectáculo muy bien coordinado también con presencia de actores y cantantes famosos. Lo de siempre. Pero no fue como las otras juras. El discurso de Biden fue correcto. Tampoco podía decir mucho más. El llamar a la unidad del país fue algo necesario, el 80% de los republicanos lo consideran un presidente ilegítimo.
“Juntos escribiremos una historia americana (los yanquis siguen con esa maldita costumbre de llamar América a su país) de esperanza, no de miedo, de unidad no de división, de luz no de oscuridad”
La unidad que desea Biden no solo está en los partidos políticos y sus dirigentes, está en la ciudanía, y sobre todo en la mitad del país que no solo no votó por él sino que no lo quiere, también en su propio partido que no goza precisamente de unidad, con un ala cada vez más a la izquierda y que quiere cargarse a los más “experimentados”, empezando por Nancy Pelosi.
Y los republicanos no están mejor. Trump dejó una marca que hasta ahora será difícil de borrar. Muchos señalan que la división del país la trajo Trump. Otros dicen que el que empezó la división fue Obama. Los políticos no crean grietas, las encuentran.
Y esa división está… hasta con rumores de secesión. Veremos.
Hubo actos de violencia en la Costa Oeste. Personas vestidas de negro perfectamente organizados ocasionaron destrozos en tres ciudades. Portland, donde se arrestó a ocho. En Denver (Colorado) quemaron banderas yanquis y ocasionaron destrozos en comercios. En Seattle atacaron edificios. En uno de esos ataques gritaban que querían tomar revancha contra la policía. Los atacantes eran miembros de Antifa. El senador republicano Tom Cotton, que pretende ser un presidenciable, dijo que esta violencia debe ser parada como sea.
Algunos analistas han señalado que dividir a los Estados Unidos ha sido la política de los demócratas. Crear un problema y luego ofrecer la solución.
En estos primeros cien días el nuevo presidente Joe Biden deberá mostrarse activo. Y ya ha empezado. Y tiene una gran ventaja, el control de las dos cámaras, por lo menos por dos años. Habrá que ver si controla las calles. Pero me estoy adelantando. Para eso aún falta.
Las medidas que está tomando marcan un cambio de 360 grados.
Los cambios van desde la reforma migratoria con posibilidad para que muchos ilegales dejen de serlo lo que podría beneficiar a unos once millones de personas que sería futuros votos demócratas, eso incluye a los llamados “soñadores” que de verdad lo merecen, y para todos aquellos que entraron a partir del 1 de enero de este año, por lo que los que están viniendo en la caravana desde Honduras lo tendrán difícil. Se suspende la construcción del muro en la frontera con Méjico.
Se hará menos difícil la solicitud de asilo o de visados y se dejó sin efecto el veto a la inmigración desde algunos países musulmanes.
Para el tema inmigración y tal vez otros, Biden necesita el apoyo de todos los legisladores y de por lo menos unos 10 senadores republicanos. Cotton criticó el tema inmigratorio. La discusión será dura.
Y hay más, decretos sobre igualdad racial, el tema del virus y el tema del clima, que muchos se empecinan en llamarlo “cambio climático”. El clima en la Tierra siempre ha cambiado y siempre cambiará. El problema está en la contaminación.
Son 17 órdenes ejecutivas, de las cuales unas nueve dejan sin efecto medidas tomadas por Donald Trump. Por ejemplo, frenar la salida del país de la desprestigiada OMS y para ello ha designado a Fauci como jefe de la delegación estadounidense ante ese organismo de la ONU.
Los globalistas están aplaudiendo de pie. Y en Pekín hay tranquilidad.
Eso si, en economía aún no toca nada de la gestión anterior. Se mantiene hasta el 31 de marzo la moratoria nacional para desalojos y ejecuciones hipotecarias. Los préstamos para los estudiantes siguen vigentes hasta el 30 de septiembre.
Se verá cómo será su relación con la América Hispana, hasta ahora sigue reconociendo a Guaidó en Venezuela. Se verá qué pasa con Cuba y cómo será su relación con China que para muchos demócratas no es una dictadura, eso lo dijo hasta Biden. Todas esas declaraciones están grabadas. Opiniones similares las expresaron algunos republicanos. Es que China avanza a golpe de dinero. Y muchos (o casi todos) prefieren el oro al bronce.
También está Rusia. Nunca hay que olvidarse de Rusia.
Esto recién empieza, sería muy interesante ver si los medios de comunicación atacan a Biden del mismo modo que lo hicieron con Trump y si las tecnológicas serán controladas para que no afecten la libertad de expresión (primera enmienda). El tema de su hijo Hunter, que también lo involucra.
Lo dicho, Biden es un presidente débil en un país dividido. Esperemos que además de débil no sea un títere.