La decisión de eliminar las harinas blancas y altamente procesadas de la dieta conlleva una serie de consecuencias notables.
Por Canal26
Jueves 22 de Febrero de 2024 - 09:48
En la búsqueda de un estilo de vida más saludable, cada vez más personas optan por abandonar el consumo de harinas, un grupo alimenticio que es objeto de estigmatización. Aunque existe evidencia sobre los efectos perjudiciales de las harinas refinadas para la salud general, es importante entender las consecuencias de eliminar por completo este componente esencial de la alimentación.
Cuando se habla de "dejar las harinas", se refiere a la exclusión de alimentos que contienen almidones, como pan, galletitas, pastas, y otros productos derivados de maíz, papa, batata, arroz blanco, azúcar, y sus derivados. Este cambio alimenticio implica basar la dieta en frutas frescas, legumbres, verduras, carnes magras, pescados, huevos y lácteos, excluyendo las harinas blancas altamente procesadas y los productos azucarados.
Además, es importante destacar que las harinas integrales pueden ser una opción más saludable, ya que conservan la fibra, vitaminas y minerales que se pierden en el proceso de refinamiento de las harinas blancas.
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La decisión de eliminar harinas de la dieta conlleva una serie de consecuencias notables. En primer lugar, se observa una reducción en la ingesta de carbohidratos, lo que conduce a la pérdida de peso. Contrariamente a las expectativas, las personas experimentan una mayor sensación de saciedad y reducción del apetito, gracias a las fibras presentes en las harinas sin refinar, que retrasan la sensación de hambre.
A largo plazo, la restricción en el consumo de almidones se asocia con la prevención del riesgo de desarrollar diabetes, según investigaciones realizadas por el Hospital Universitario Miguel Cervet en Zaragoza, España. Además, la disminución de los niveles de triglicéridos y la regulación de la presión arterial son beneficios adicionales, reduciendo el riesgo de problemas cardiovasculares.
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En los primeros días sin harinas, es común experimentar una disminución de los niveles de energía debido a la ausencia inicial de la principal fuente de energía para el cuerpo: los carbohidratos. No obstante, con el tiempo, se pueden observar mejoras en la digestión, reduciendo la hinchazón y el malestar abdominal asociados con las harinas refinadas.
La pérdida de peso y una mayor estabilidad en los niveles de azúcar en sangre son los cambios a corto plazo más notables. Sin embargo, es importante tener en cuenta el posible "síndrome de abstinencia a los carbohidratos", caracterizado por síntomas como desgano, dolores de cabeza, irritabilidad, fatiga, náuseas y cansancio, que pueden durar entre dos y siete días.
Aunque estos cambios pueden ser beneficiosos para la salud, los expertos advierten que no es necesario ni recomendable eliminar completamente las harinas de la dieta. Los carbohidratos desempeñan un papel crucial como combustible para el corazón y el cerebro, representando entre el 50% y 55% de la ingesta diaria de alimentos.
La clave radica en reducir el exceso de consumo, optando por harinas integrales y encontrando opciones saludables que reemplacen las harinas refinadas con alimentos nutritivos, dando paso a una dieta equilibrada sin caer en los extremos que podrían provocar problemas de salud a largo plazo.
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