Mantenerse hidratado adecuadamente es una responsabilidad que no debe subestimarse, ya que influye directamente en el funcionamiento cotidiano del organismo y en la calidad de vida a largo plazo.
Por Canal26
Viernes 22 de Marzo de 2024 - 12:14
El cuerpo humano, en condiciones de salud óptimas, emite señales de sed para indicar la necesidad de hidratación. Sin embargo, no todos optan por beber agua para satisfacer esta necesidad, a pesar de ser la opción más fácil y accesible.
El agua es un nutriente esencial para todas las edades y géneros, que ayuda en el mantenimiento de la salud. Más allá de ser la bebida perfecta para calmar la sed, la hidratación es un componente esencial que sostiene numerosas funciones cruciales del cuerpo: desde transportar nutrientes hasta regular la temperatura corporal.
Mayo Clinic señaló que, a lo largo de los años, diferentes estudios ofrecieron recomendaciones variadas sobre la cantidad de agua que se debe consumir diariamente. No obstante, las necesidades individuales de hidratación dependen de varios factores, como la salud, el nivel de actividad física y el entorno en el que se vive.
El agua también actúa como un agente vital en la restauración de fluidos perdidos durante procesos metabólicos como la respiración y la sudoración. Además, lubrica tejidos y articulaciones, previene el sobrecalentamiento y facilita una digestión adecuada. A su vez, Harvard Nutrition resaltó que el agua es la encargada de llevar nutrientes y oxígeno a las células, eliminar bacterias del cuerpo y mantener un equilibrio de electrolitos.
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La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) afirmó rotundamente que ninguna forma de vida puede subsistir sin agua. Desde el desarrollo de la flora y fauna acuática hasta el funcionamiento interno de nuestros cuerpos, el agua es "el sustrato primordial de la vida misma".
Tanto es así que el cuerpo humano, en su mayoría, está compuesto por agua, haciendo que su ingesta sea una necesidad básica para el correcto funcionamiento de órganos, tejidos y células.
A pesar de su importancia, la mayoría de las personas no ingieren la cantidad adecuada de agua, especialmente los adultos mayores. Aunque se popularizó la recomendación de consumir ocho vasos de agua al día, esta cifra varía significativamente según diversos factores individuales, como la actividad física, la salud y las condiciones ambientales.
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Si se pierde o se usa más líquido del que uno ingiere, y el cuerpo no tiene suficiente agua para llevar a cabo sus funciones normales, uno podría sufrir una deshidratación.
La deshidratación, resultado de un déficit en la ingesta de líquidos, puede tener consecuencias graves en la salud. Desde síntomas leves como fatiga y sequedad en la boca hasta complicaciones más severas como infecciones urinarias o golpes de calor, la falta de agua puede desencadenar una serie de problemas médicos.
Por lo tanto, es importante reconocer los signos de deshidratación y tomar medidas para prevenirla, especialmente en grupos vulnerables como niños y adultos mayores. Igualmente, a cualquier edad se puede sufrir deshidratación si no se toma la cantidad de agua suficiente en días calurosos, especialmente si realizan actividad física intensa.
Según Mayo Clinic, las causas más frecuentes de deshidratación en los niños son los vómitos intensos y la diarrea. Los adultos mayores naturalmente tienen un volumen menor de agua en sus cuerpos, y pueden tener enfermedades o tomar medicamentos que aumentan el riesgo de deshidratación. Esto quiere decir que enfermedades menores, como infecciones que afectan los pulmones o la vejiga, pueden provocar deshidratación en adultos.
Algunos signos de deshidratación pueden ser:
También se pueden manifestar distintos síntomas de deshidratación que pueden ocurrir con tan sólo un déficit de agua del 2%. Como por ejemplo fatiga, confusión o pérdida de memoria a corto plazo y cambios de humor como aumento de la irritabilidad o depresión.
La deshidratación puede ser causa de repercusiones aun más severas aumentando el riesgo de ciertas condiciones médicas. Entre ellas, infecciones del tracto urinario, cálculos renales, cálculos biliares y la constipación.
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