Él de una de las familias más prestigiosas porteñas, ella la promesa de la música lírica de Portugal. El prejuicio de la época que lograron superar.
Alvear conoció a Regina cuando llegó a Buenos Aires para presentarse en el teatro.
En una Buenos Aires conservadora, limitada a reglas sociales y con beneficios para pocos; nació una de esas historias que más nos gustaban oír para poder conciliar el sueño. Un amor pasional que unió dos mundos tan distintos como iguales: la de un presidente argentino y una de las cantantes líricas más importantes para la época.
Marcelo T. de Alvear y Regina Pacini fueron protagonistas de un amor tan sincero como doloroso, tan pasional como trágico. En pleno auge político para él y en pleno ascenso de su carrera para ella se conocieron para nunca más separarse.
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Alvear nació el 4 de octubre de 1868 y pertenecía a una de las familias más prestigiosas del país: nieto del general Carlos María de Alvear e hijo y hermano de dos intendentes porteños. Primero fue embajador y diputado, el tiempo le tendría reservada una tarea mayor. Ella era portuguesa nacida el 6 de enero 1871, su papá italiano fue director del Teatro Real de Lisboa y desde pequeña se rodeó de artistas, cantando en sus tiempos libres y demostrando su talento.
Marcelo T. de Alvear y Regina Pacini en 1927. Foto: Archivo General de la Nación.
La carrera de Regina comenzó a los 16 años, casi sin quererlo porque debió reemplazar a la cantante principal que se enfermó. En el teatro portugués se lució como soprano ligera con la ópera La Sonámbula y en donde se llevó la primera de varias ovaciones.
Su talento la llevó a cantar en los mejores teatros del mundo. Europa se rendía a sus pies y parecía que solo una fatalidad, o el amor, podría ponerle un parate a semejante carrera. Sucedió lo segundo.
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En 1899 Regina pisó suelo argentino, se presentó en el Teatro Politeama de Buenos Aires. Entre los presentes se encontraba un tal Alvear que cayó ante su voz y presencia. No se perdería ninguna función de las que brindó.
Cada noche él enviaba flores y regalos que ella revolvía. Parecía que las estrategias de conquista no eran efectivas, ella dejó Buenos Aires para irse rumbo a San Petersburgo para seguir con su agenda. Él la siguió.
Alvear y Regina en el barco que los trajo de vuelta a la Argentina en 1922. Foto: Archivo General de la Nación.
Su gira por Europa continuó y cuenta el historiador Eduardo Lazzari que cuando debía presentarse en el Teatro Real de San Carlos, ella salió a escena y para sorpresa encontró el teatro vació y solo a Alvear en uno de los palcos. "Hoy cantás sólo para mí", le dijo porque había comprado todas las entradas.
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Alvear siguió viajando a Europa durante varias temporadas para acortejarla, hasta que en 1901 ella regresó a Buenos Aires y en 1903 le propuso casamiento, pero con una condición: que Regina deje su carrera para tenerla solo para él. Algo egoísta e innegociable para nuestra época y algo tan común para principios del siglo XX.
Aceptó, pero con la condición de poder cantar por cuatro años más. Se pusieron de acuerdo, aunque la futura suegra se negó rotundamente y fue el inicio de una mala relación entre ella y Alvear.
El matrimonio paseando por la Rambla Bristol de Mar del Plata en 1925. Foto: Archivo General de la Nación.
La noticia del casamiento fue un escándalo para la sociedad porteña. Que un político se casara con una artista, sin importar su éxito, era inviable. Hasta el hermano de Alvear intentó mediar para impedir la boda.
Alvear y Regina en Mar del Plata. Video: Archivo General de la Nación.
En plena despedida de soltero recibió un telegrama con 500 firmas para que recapacite y no casarse con una cantante extranjera. Por supuesto nada evitó la boda que se llevó a cabo el 29 de abril de 1907 en Lisboa.
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Después de una larga luna de miel en Europa regresaron a Buenos Aires, era 1911 y la alta sociedad porteña le hacía el vacío a Regina. Fue Julio A. Roca quien organizando una fiesta y dándole al matrimonio el nombre de invitados de honor quien logró que la burguesía comience a aceptarla.
Regina Pacini en sus últimos años.
Sin hijos, ella se volvió su sombra. No solo acompañándolo como primera dama entre 1922 y 1928, también lo hizo como consejera política a pesar de sus escasos conocimientos en la materia. Su corazón artístico la llevó a fundar la Casa del Teatro para aquellos que no tenían lugar donde vivir.
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Carlos murió primero, el 23 de marzo de 1942. Ella se quedó en Buenos Aires al frente de la Casa del Teatro, pero sin descuidar a su gran amor. Cada lunes visitaba el mausoleo familiar de los Alvear en el Cementerio de la Recoleta. Se sentaba en una silla blanca para pasar horas hablándole al féretro del hombre por el que dejó todo.
Panteón de los Alvear. Foto: Facebook Cementerio de la Recoleta oficial.
Regina murió el 18 de septiembre de 1965, tenía 94 años. Sus restos se encuentran en Recoleta, descansando eternamente junto a su amor y rodeada de varios personajes que en vida la señalaron por haberse enamorado de un político cuando ella era una exitosa cantante.
Por Yasmin Ali
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