Entre las historias que envuelven la mística de uno de los emblemas de Mar del Plata se encuentra la de sus murales, obra de César Bustillo, que fueron objeto de polémica y censura desde prácticamente su inauguración. Cómo nacieron, qué esconden y la lucha de su autor contra aquel poder de turno que no dejaba que sean admirados.
Los murales están ubicados en el hall de la entrada principal del hotel.
El Gran Hotel Provincial fue inaugurado el 18 de febrero de 1950 en plena transición de la Mar del Plata aristocrática al lugar turístico popular por excelencia, la obra estuvo a cargo de Alejandro Bustillo y construida durante el gobierno de Juan Domingo Perón. Una de sus historias más atrapantes es la de sus murales y la censura que sufrieron durante eternas décadas.
Es imposible no quedar impactada o impactado, no solo en el primer encuentro con este grandioso mural compuesto por seis frescos, sino cada vez que ingresás al hotel por la entrada de Avenida Peralta Ramos. El primer recibimiento de esta construcción de cemento es una obra artística imponente y que genera curiosidad al intentar descifrar qué esconde cada personaje.
Fue Alejandro, el padre de César, quién lo impulsó a realizar los seis frescos.
César Bustillo, hijo de Alejandro, fue el autor de estos murales a sus 31 años tras el ofrecimiento de su progenitor. Para quienes no entendemos de la complejidad del arte y sus detalles se tratará de explicar de la manera más sencilla esta obra para comprender lo que ocurrió años después: Bustillo hijo se inspiró en Eolo, dios de los vientos, para pintar personajes míticos que representaran las distintas estaciones del año ya que el viento fue y es una característica singular de la costa atlántica.
César junto a su obra.
La obra representa la unión de Eolo con las diosas americanas: Tórrida, Antártica, Cordillera y Nube. De esto nacen las "Eólidas": Eólida Tórrido, representando los vientos cálidos al norte; Eólida Antártico, los fríos del sur; Eólida Andino, los secos del oeste, y Eólida Atlántico que son los vientos húmedos del este. Las cuatro están ubicadas según los puntos cardinales, siendo representadas desnudas y con rasgos "americanizados" ya que Tórrido tiene las alas de Guacamayo, Andino de Cóndor y Atlántico de Albatros.
La obra representa los tipos de vientos que hay en Argentina.
En 1944 un naufragio conmocionó a la sociedad marplatense y Bustillo decidió plasmarlo en su obra.
En otro rincón de la pared se ven pescadores de un naufragio -haciendo alusión al de agosto de 1944-, jóvenes arreando caballos cerca del mar, un paisano con toro semental y dos aborígenes cabalgando por la Pampa. A esto hay que sumarle teros y gaviotas, mares, llanuras y un detalle: la presencia del mismo autor en un rincón con músculos y bigotes jalando una cuerda.
El hombre con bigote tirando de la soga es César Bustillo.
Gaviotas, cangrejos y teros forman una característica de la fauna marplatense y la costa.
La obra fue incomprendida para la época y generó un revuelo a tan solo seis días de ser estrenada cuando La Capital, diario local, escribió: "Es necesario desde todo punto de vista del buen gusto, eliminar del hall del Hotel Provincial las enormes decoraciones que exhiben sobre grandes paneles figuras monstruosas, de concepción tan retorcida como impresionante. No condicen esos decorados ni con el ambiente al que pretenden servir ni con el gusto del público". A esto se le sumó la crítica del diario El Mundo que dijo que la obra “llevaba rubor a las mejillas de niñas, señoritas y abuelas. Algunas otras figuras eran también objeto de púdicos descensos de párpados y curiosas miradas de soslayo”.
Pero las quejas por su "osadía" no fueron solamente en un papel, las autoridades le pidieron que "vista" a sus creaciones con taparrabos para ocultar aquella imprudencia que tanto escándalo había generado. Esto no sería nada, en 1954 sus frescos sufrieron un atropello peor: durante los preparativos del Primer Festival Internacional de Cine Raúl A. Apold, Subsecretario de Comunicaciones, fue a observarlos y terminó dando la orden de "que los tapen" porque "al general Perón le gustaban las cosas naturales" ya que para él aquella alusión a las facciones del cuerpo eran "antinaturales". El resultado fue que se desplegaran lienzos sobre las pinturas.
El rasgo "americanizado" prevalece a lo largo de los seis frescos.
El objetivo de Bustillo era mostrar los rasgos más característicos del país y la costa atlántica.
Cuando Perón fue derrocado por la Revolución Libertadora -en septiembre de 1955- una de las primeras medidas fue quitar los lienzos, pero la decisión duró muy poco ya que Emilio Bonecarrere - por entonces interventor de la Provincia - dio la orden de volverlos a tapar. Bustillo, quien se encontraba en Mar del Plata en ese momento para reparar los daños de aquella primera censura, no tuvo otra opción que volverse literalmente a su casa.
Egresadas 1958 del Instituto Santa Cecilia, detrás se puede observar las cortinas que tapaban los murales.
En 1956 se reunió una comisión de notables para que informara los valores de la obra para decidir sobre su futuro, la misma estuvo compuesta por Jorge Romero Brest, Ballester Peña, Héctor Baldasúa y Manuel Mujica Lainez. El dictamen que emitieron se "perdió" y ni siquiera trascendió públicamente. Aunque se cree que mucho tiene que ver aquel recelo que un sector de los marplatenses tenían con los Bustillo, especialmente con Alejandro, por haber demolido aquella fastuosa Rambla Bristol para construir el casino y el hotel.
Los lienzos finalmente fueron quitados en abril de 1962 y con César Bustillo pudiendo hacer el trabajo de restauración de su obra. Murió siete años después sabiendo que su mural era exhibido sin peros y sin censuras, aunque sin saber que sobrevivirían a algo mucho peor: al abandono que sufrió el hotel por casi diez cuando debió cerrar sus puertas en un estado lamentable de desidia. Hoy, y tras un trabajo admirable por levantar a ese gigante, el complejo y los frescos pueden ser admirados por todo aquel que pase por la ciudad.
Por Yasmin Ali
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