Así es el impresionante proceso de los animales para no deshidratarse pese a vivir en agua salada.
Por Canal26
Martes 17 de Diciembre de 2024 - 16:45
En las miles de películas sobre náufragos que tienen lugar en el cine tradicional, los espectadores se desesperan por ver cómo el protagonista está muriéndose de sed cuando no puede dar ni un sorbo a las toneladas de agua que lo rodean. Eso se debe a que beber agua de mar, muy lejos de hidratarlo, priva al cuerpo del agua que contiene.
El problema se debe a que, cuando se ingiere agua marina, el intestino la absorbe tal cual. Eso implica que a la sangre llegará el agua pero también las sales. Teniendo en cuenta que el riñón humano puede eliminar de la sangre hasta unos 6 gramos de sodio en cada litro de orina excretada y el agua de mar contiene cerca de 12 gramos de sodio por litro, para eliminar la sal de un vaso de agua de mar la persona debería excretar dos vasos de orina, lo que le haría estar más deshidratado que antes de beber.
Estos datos disparan una pregunta fundamental: ¿por qué animales marinos como las ballenas o los delfines no se deshidratan con el agua del mar?
Es que, si bien en principio podríamos pensar que -al vivir “dentro del agua”- no tienen que luchar contra la deshidratación, su fisiología pasa también por la necesidad de reponer agua. Eso implica que también necesitan eliminar los iones de sodio sobrantes.
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Estos animales no presentan ningún tipo de glándula salina y tampoco tienen órganos extrarrenales de secreción de sal. De este modo, ballenas y delfines optaron por una solución alternativa muy curiosa: no beber agua.
Su estrategia se basa en aprovechar los esfuerzos osmorreguladores de sus presas. Los fluidos del animal que acaban de cazar (su sangre, fundamentalmente) es su principal fuente de agua. Por otra, generan agua bioquímicamente a partir de la propia “carne” del animal que se comen.
Así, hidratos de carbono, grasas y proteínas de la presa son digeridos en el estómago del cetáceo, absorbidos en su intestino y distribuidos por su sangre a todas las células su cuerpo. Una vez degradados a ácidos tricarboxílicos, ingresan en las extraordinarias máquinas biológicas que son las mitocondrias, donde no solo se obtiene energía, sino también algo esencial: valiosos hidrogeniones (H⁺). Finalmente, basta con combinar estos H⁺ con el oxígeno respirado (O₂) para lograr el milagro: H₂O.
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