Un análisis morfológico confirmó que existen variedades y que este hallazgo es crucial para su conservación.
Un estudio reciente publicado por la Giraffe Conservation Foundation (GCF), aseguró luego del análisis morfológico que las jirafas tienen cuatro especies distintas. Este hallazgo se volvió crucial para la conservación de estas emblemáticas criaturas, especialmente considerando que quedan apenas 117,000 en estado salvaje en África.
Durante años, la taxonomía de las jirafas se convirtió en objeto de debate, con teorías que sugerían diferencias entre sus especies basadas en apariencia. Sin embargo, no existía una investigación sistemática al respecto hasta que la GCF, en colaboración con instituciones como el Senckenberg Biodiversity and Climate Research Center, confirmó mediante análisis genéticos que las jirafas se dividen en cuatro especies: Jirafa Masai, Jirafa del Norte, Jirafa Reticulada y Jirafa del Sur.
Este último avance se logró gracias al escaneo 3D de 515 cráneos de jirafas, recolectados en parques nacionales, granjas, taxidermistas y museos de todo el mundo. De esta forma, el proyecto logró reunir el conjunto de datos más grande conocido para una especie de vida silvestre de tamaño mediano a grande.
A su vez, los análisis morfométricos geométricos en 3D confirmaron no solo diferencias claras entre machos y hembras, sino también características morfológicas específicas entre las cuatro especies, particularmente en sus osicones (estructuras óseas similares a cuernos). En este sentido, el Dr. Nikolaos Kargopoulos, autor principal del estudio, destacó que estos hallazgos tienen implicaciones significativas para la conservación de las jirafas, muchas de las cuales enfrentan poblaciones críticamente bajas en estado silvestre.
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La investigación, que involucró la colaboración de universidades como la Universidad de Ciudad del Cabo y la Universidad Autónoma de Madrid, entre otras instituciones europeas y africanas, es un ejemplo de ciencia interdisciplinaria orientada a la preservación de la biodiversidad.
Por este motivo, los profesores Anusuya Chinsamy y Jesús Marugán-Lobón, participantes clave en el proyecto, señalaron que este tipo de trabajo colaborativo no solo aumenta el entendimiento de las jirafas, sino que también es un paso esencial para garantizar su supervivencia en África.
Cabe destacar que los resultados de este estudio subrayan la urgencia de tomar medidas de conservación específicas para cada una de las cuatro especies, especialmente aquellas en peligro crítico. Según la GCF, este avance ayuda a iluminar lo que llaman la “extinción silenciosa” de las jirafas y destaca la necesidad de decisiones basadas en la ciencia para proteger a estos gigantes gentiles y preservar la biodiversidad africana.
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Gracias a sus enormes patas y largos cuellos, tan particulares de la especie, las jirafas son consideradas los mamíferos más altos del mundo. De hecho, sus patas suelen ser más altas que muchos humanos, dado que pueden llegar a tener casi dos metros de longitud. Esto les permite correr a más de 55 kilómetros por hora en distancias cortas, y a más de 15 kilómetros por hora en distancias más largas.
Además, estos animales aprovechan su altura para buscar hojas y brotes en las copas de los árboles, que suelen ser inalcanzables para muchos animales, como es el caso de las acacias. Por otro lado, las jirafas poseen lenguas increíblemente largas, que los ayudan a alcanzar sus alimentos.
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