La decisión de mudarse a otro país es una de las situaciones que mayor estrés psicológico genera en el ser humano. La buena noticia es que se pueden disminuir los efectos que provoca ese estrés emocional, si utilizamos herramientas para comprenderlo y gestionarlo: ¿cuáles son y cómo utilizarlas?
La elección de ir a vivir a otro país implica salir de la zona de confort; aquello a lo que estábamos habituados y a lo que nos habíamos acomodado (muchas veces aún en la insatisfacción, pero con la que habíamos aprendido a convivir).
Así, el “proceso migratorio” empieza a desatar una gran cantidad de emociones que necesitan de una adecuada gestión para evitar cuadros de estrés crónico, depresión u incluso sintomatologías físicas como contracturas, dermatitis, úlceras, etc.
Está comprobado que cuando la ansiedad, el miedo o la culpa se activan con mayor intensidad, es cuando más interferencias aparecen para fluir de manera enfocada hacia el objetivo propuesto. Pero es importante volver al eje. En cualquier área de la vida siempre hay dos caminos posibles: el corto o el largo. Tomamos el camino corto cuando estamos alineados y enfocados en nuestros objetivos y el camino largo, cuando nos enredamos en las dudas y la inseguridad.
Sumergidos en el estrés que la situación produce, pueden generarse distintos fenómenos emocionales, tales como:
Ahora bien, en todas las etapas que se transitan en el proceso de emigrar podemos recurrir a herramientas y tips que nos ayudan a calmarnos y prevenir o atenuar los impactos emocionales en nuestro cuerpo. Tener a mano esa “caja de herramientas” es fundamental, y por supuesto, lo más importante: saber usarla. Veamos de qué se trata:
Actividades físicas: las situaciones y momentos generadores de estrés requieren una descarga física para que las tensiones no se acumulen e instalen en el cuerpo produciendo lesiones o dolores. Es recomendable realizar prácticas de deporte, estiramientos, gym, andar en bici y no discontinuarlas en los momentos de mayor tensión.
Actividades de relajación mental: es sumamente estresante pensar todo el tiempo en “que va a pasar en el futuro” y “todo lo que va a quedar en el pasado” desconectando con el presente. Relajar el cuerpo y la mente ayuda a transitar mejor la cantidad de situaciones a resolver en las distintas etapas del desafío de emigrar. La meditación, el yoga, el mindfunless son algunas de las tantas prácticas que ayudan al descanso mental y conectar con el cuerpo para vivir el presente.
“Descanso consciente”: posiblemente esta sea una de las actividades más difíciles de introducir en la apretada agenda de actividades cuando se están tramitando y resolviendo tantas cosas, pero resulta sumamente importante tener momentos de “desconexión” de la mente cuando generalmente en estos casos suelen ser muchos los “pensamientos tóxicos” que solo aportan más incertidumbre, ansiedad, culpa y miedo cuando se convierten en recurrentes y continuos (“¿estaré haciendo lo correcto?” – “no lo voy a lograr” – “mis hijos van a pasarla mal”). El “descanso consciente” está ligado a las actividades de ocio y descanso que suelen descartarse porque “no son productivas” “como voy a descansar con todo lo que tengo para hacer” y genera algo de “culpa” hacer algo recreativo o hacer nada en medio de tantas exigencias y responsabilidades que la situación va proponiendo.
Paradójicamente, la situación requiere especialmente despejar la mente y descansar de los pensamientos agobiantes. Dormir bien y tener un buen descanso físico y mental permiten recargar energía y estar en condiciones para tomar las mejores decisiones en cada momento. Leer, ver alguna peli, regar las plantas, cocinar o realizar alguna actividad manual ayudan a distraerse para retomar algo de calma.
Charlas con referentes significativos: la decisión de ir a vivir a otro país afecta al círculo de gente más cercana. La familia y los amigos reaccionarán de diferentes maneras y es posible que algunos de ellos se entristezcan y hasta se enojen en determinados momentos. Es recomendable encontrar el momento propicio de comunicar la decisión (ni precipitar ni postergar cuando contarlo) y encontrar con quien charlar acerca de la decisión de emigrar.
Compartir y conversar con personas que ya estén viviendo en el exterior o hayan pasado por esa experiencia será de mayor aporte que hacerlo con gente implicada afectivamente en la decisión.
Participación en grupos de afinidad: las charlas motivacionales para inmigrantes son espacios compartidos por personas que atraviesan la misma situación facilitándose el armado de redes personales y laborales tan necesarias para integrarse a la nueva realidad. Estas dinámicas grupales son coordinadas por profesionales con expertise en la temática y que han pasado por la misma situación, es decir que también son inmigrantes y conocen las problemáticas y situaciones que suelen presentarse conociendo y manejando herramientas comprobadas para gestionar adecuadamente las emociones y que las mismas no interfieran en el proceso de adaptación al nuevo lugar.
Participar en Grupos Motivacionales para Inmigrantes para armar redes sociales e integrarse a la nueva realidad.
Terapia focalizada: los terapeutas que atravesaron la misma situación conocen especialmente los fenómenos a abordar y brindan herramientas concretas que ayudan a que la integración y adaptación al nuevo contexto se atraviese de la manera mas fluida posible. Una inversión que permite atenuar y evitar excesos de sufrimiento.
Abordar terapias focalizadas en el proceso de inmigración con profesionales inmigrantes, con expertise en la temática.
Al subir al avión no solo se lleva el equipaje y la documentación necesaria para viajar. Aparte del pasaporte en papel, se lleva puesto el “pasaporte emocional” con las creencias inconscientes, valores e identidad personal que conforman la personalidad forjada en el país de origen. La experiencia de ir a vivir a otro país convoca e invita a reconfigurar la identidad, a re-versionarse y construir una nueva versión personal en el nuevo destino.
La experiencia de vivir en otro país nos invita a reconfigurar la identidad
De lo que se trata, entonces, es de contar con la mayor cantidad de herramientas para fortalecer la confianza configurando el contexto interno (cuerpo físico, mental, emocional y espiritual) para enfrentar en las mejores condiciones esta particular, intensa y difícil situación.
Después de todo, la vida es una aventura. La vida es un juego que nos invita a aprender y a jugar nuestras mejores cartas. O en todo caso, a jugar con las cartas que nos tocaron y ver desde ahí, que es lo mejor que podemos hacer.
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