El año en el que Julio Argentino Roca evitó una guerra contra Chile con un "abrazo"

Si bien es verdad que las tensiones por las cuestiones limítrofes continúan siendo un tema delicado, lo que ocurrió a fines del siglo XIX por poco no termina en un conflicto armado que pondría en jaque a la región. Cómo el presidente argentino logró impedirlo.

Por Yasmin Ali

Domingo 16 de Febrero de 2025 - 08:00

El "abrazo del estrecho" que salvó a la Argentina de una guerra. Foto: Archivo General de la Nación El "abrazo del estrecho" que salvó a la Argentina de una guerra. Foto: Archivo General de la Nación

A Julio Argentino Roca, dos veces presidente de la Argentina, no lo apodaban "El Zorro" porque sí. Su astucia y viveza para encargarse de asuntos políticos y manejar los hilos del poder le valieron ser un personaje central de finales de siglo XIX.

Esa viveza fue vital para que en 1899 lograra parar lo que parecía una inevitable guerra contra Chile y los motivos no eran ni más ni menos que cuestiones limítrofes. Cómo un gesto del hombre más importante de la época logró traer paz a una región en constante disputa.

Julio Argentino Roca Julio Argentino Roca

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Una cuestión de años

Para entender cómo los dos países habían llegado a este grado de tensión hay que viajar unos años antes, a esa época de cuando los mapas estaban muy lejos de ser lo que son hoy.

La Conquista del Desierto, la misma que Roca encabezó, despertó nuevos intereses en la región y la demarcación de límites se convirtió en una cuestión de Estado. Puntualmente con Chile era un tema que se había resuelto con el Tratado de 1881, el Protocolo Adicional de 1893 y el Protocolo de 1896. Pero en 1898 surgió un nuevo problema: los territorios de la Puna de Atacama.

Cuando fue elegido presidente por segunda vez, Roca tenía un objetivo claro: mostrarse fuerte frente a Chile y a Brasil. Con Pablo Riccheri como ministro de Guerra modernizó el Ejército y adquirió armamento. También se creó el ministerio de Marina, a cargo de Martín Rivadavia, y con la ley 4031 se instauró el servicio militar obligatorio.

Como Julio Argentino no dejaba puntada sin hilo se adelantó a todos y coordinó un encuentro con su par chileno, Federico Errázuriz Echaurren, con el objetivo de establecer un diálogo conciliador.

El menú que se sirvió la noche del 16 de febrero. Foto: Museo Roca El menú que se sirvió la noche del 16 de febrero. Foto: Museo Roca

Niños jugando en las primeras décadas del siglo XX. Foto: Archivo General de la Nación

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Un viaje al fin del mundo

Fue así que partió, con su ministro de Marina y secretarios, el 20 de enero de 1899 en el ferrocarril del Sud hasta Bahía Blanca donde abordó el acorazado Belgrano. Luego, el ministro de Relaciones Exteriores Amancio Alcorta lo alcanzó con el Transporte Chaco.

Visitó varias ciudades patagónicas como Puerto Madryn, Trelew, Rawson, Gaiman, Río Gallegos y Ushuaia. En la capital de Tierra del Fuego visitó la estancia Harberton y conversó con indígenas onas y yaganes. Llegó a destino el 15 de febrero.

Ya en Punta Arenas, Roca tuvo un gesto clave: su par Errázuriz estaba bordo de la flota chilena y había enviado una delegación para saludarlo y ofrecerle su visita, pero el tucumano se le adelantó embarcándose en el Acorazado O'Higgins junto a sus ministros.

Errázuriz abordando el acorazado Belgrano. Foto: Caras y Caretas Errázuriz abordando el acorazado Belgrano. Foto: Caras y Caretas

Errázuriz lo saludó con un apretón de manos y no con un abrazo. Pero de todos modos este suceso pasó a la historia como “El abrazo del Estrecho”. La banda militar de la marina chilena ejecutó los himnos y luego el chileno abordó el Belgrano para repetir las mismas formalidades.

Las reunión se repitió el 16 de febrero, podría decirse la más importante porque durante el brindis ambos presidentes dijeron algunas palabras que darían cuenta del futuro de las negociaciones.

Errázuriz dijo:

La paz, siempre benéfica, es fecunda entre naciones vecinas y hermanas, armoniza sus intereses materiales y políticos, estimula su progreso, da vigor a sus esfuerzos, hace más íntimos sus vínculos sociales y contribuye a la solución amistosa de sus dificultades y conflictos. La paz es un don de la Divina Providencia.

Roca le respondió:

La paz, como medio y como fin de civilización y engrandecimiento es, en verdad, un don de la Divina Providencia, pero es también un supremo deber moral y práctico para las naciones que tenemos el deber de gobernar. Pienso, pues, como el señor presidente de Chile y confundo mis sentimientos y mis deseos con los suyos, como se confunden en estos momentos las notas de nuestros himnos, las salvas de nuestros cañones y las aspiraciones de nuestras almas.

Fue así que llegaron a un acuerdo: que la cuestión de límites se haría por el camino diplomático. Con respecto al problema de Atacama entre el 1 y 9 de marzo de 1899 se resolvió, a partir de un laudo en Buenos Aires, que Argentina se quedaría con el 80% y Chile el 20% restante.

Tapa de Caras y Caretas del 25 de febrero de 1899 sobre el viaje del presidente Tapa de Caras y Caretas del 25 de febrero de 1899 sobre el viaje del presidente

Tres años después, en 1902, se firmaron los Pactos de Mayo donde las naciones renunciaban a reclamos de expansiones territoriales. "El Zorro" lo había hecho otra vez.

100 años después, el 16 de febrero de 1999, el entonces presidente argentino Carlos Menem y su par Eduardo Frei recrearon aquella icónica reunión para fortalecer relaciones bilaterales.

Por Yasmin Ali

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