Una mujer atrapada en una vida que nunca eligió, forzada a enfrentar un sinfín de desgracias que terminaron afectando gravemente su salud, tanto física como emocional.
Sissi, Isabel de Baviera, la emperatriz. Foto X @historiacuyarte
Con la llegada de La Emperatriz a Netflix, la serie que retrata la vida de Isabel de Baviera, su figura revive con fuerza en pleno siglo XXI, casi 200 años después de su reinado. También conocida como "Sissi", dejó una huella imborrable en su época con su personalidad rebelde, que los sectores más conservadores de Europa tacharon de irresponsable.
Aunque la serie de época logra retratar su historia con precisión, es difícil capturar 60 años de vida en solo 12 capítulos. A lo largo de ese tiempo, Isabel enfrentó serios problemas y trastornos de salud, derivados de una personalidad profundamente atormentada.
En cualquier caso, Elisabeth de Austria fue un espíritu delicado y lúcido que comprendió mucho antes que su entorno que había llegado el fin de una época. Pero por sobre todo, fue una mujer condenada a vivir una vida que no deseaba y obligada a superar infinitas desgracias que terminaron con la trágica muerte de su hijo Rodolfo, el heredero de la Corona, en el pabellón de caza de Mayerling.
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Elisabeth, que sería conocida en la corte vienesa como Sissi, fue la cuarta de los diez hijos del duque Maximiliano José de Wittelsbach y la princesa Ludovica, hija del rey Maximiliano I de Baviera. Nació en Múnich el 24 de diciembre de 1837, pero creció en Possenhofen, a orillas del lago Starnberg, libre y feliz, siempre en contacto con la naturaleza y en un ambiente desinhibido que condicionaría el carácter de la futura emperatriz.
Isabel de Baviera "Sissi" emperatriz austrohúngara . Foto X @CineHistorico
Su hermana mayor, Helena, parecía ser la candidata idónea para convertirse en emperatriz con su elegancia discreción y disciplina, o al menos eso pensaban su madre y Sofía, su tía y madre de su futuro esposo, el emperador Francisco José.
En 1853, cuando se organizó una cita en Bad Ischl, la residencia de verano de la familia imperial, para formalizar el compromiso, la situación dio un giro inesperado. A última hora, se decidió que Elisabeth acompañara a la familia. En ese momento, Sissi atravesaba una de sus primeras crisis depresivas, alimentada por un amor frustrado, y se pensó que el viaje podría ayudarla a sanar su joven espíritu.
Cuando Francisco José vio a su prima Sissi, ya convertida en una joven atractiva con un rostro ovalado y una espléndida melena castaña, supo de inmediato que quería que fuera su esposa. Él acababa de cumplir veintitrés años y se presentaba como un hombre maduro, listo para asumir su destino.
Sissi era una adolescente que, aunque se sintió halagada por sus atenciones, enseguida advirtió las diferencias de intereses y temperamento que la separaban de su primo. Pero también fue consciente de que el emperador de Austria jamás admitiría una negativa por respuesta.
Todo el mundo, comenzando por la archiduquesa Sofía, intentó hacer desistir al emperador de su propósito. Era evidente que aquella jovencita no tenía nada de emperatriz. Nunca se había sometido al rígido protocolo cortesano, nunca se había movido en círculos sociales y con dieciséis años era muy chica para llevar la corona.
Isabel de Baviera "Sissi" emperatriz austrohúngara . Foto X @CineHistorico
Sin embargo, todo fue inútil. El emperador escribió a su primo Alberto de Teschen que estaba "enamorado como un cadete" y el 24 de abril de 1854 se celebró la unión en la iglesia de los Agustinos de Viena.
Poco después, Elisabeth se dio cuenta que su nueva vida nada tenía que ver con el ambiente en el que ella había crecido. La etiqueta cortesana imposibilitaba cualquier muestra de espontaneidad y no dejaba hueco a la intimidad. La joven emperatriz se encontraba sola en un medio al que no se sentía unida ni afectiva ni intelectualmente.
Más allá de que Francisco José estaba muy enamorado, sus obligaciones no le permitían dedicar demasiado tiempo a su esposa, y su autoritaria madre se convirtió en una absoluta pesadilla para Isabel de Baviera en los primeros años de matrimonio.
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Un año después de la boda, cuando Elisabeth dio a luz a Sofía, su primera hija, la archiduquesa se hizo cargo de la pequeña, considerando que la joven madre era totalmente incapaz de educarla. La historia se repitió al año siguiente cuando nació una segunda niña, Gisela.
En la primavera de 1857, Francisco José y Elisabeth viajaron a Hungría. La archiduquesa Sofía se opuso firmemente a que las niñas les acompañaran, pero Elisabeth no hizo caso y defendió su derecho como madre. Sin embargo, esto tuvo una trágica consecuencia: la pequeña Sofía contrajo disentería y murió en Budapest el 29 de mayo de 1857.
La familia imperial austriaca: de lado izquierdo Francisco José y su esposa Isabel de Baviera, mejor conocida como Sissi. Foto X @Cuauhtemoc_1521
Elisabeth se sintió culpable de la muerte de su hija y devolvió a su suegra la responsabilidad de la educación de Gisela. En ese momento, la emperatriz cayó en una terrible depresión que ni siquiera superó cuando, un año después, el 21 de agosto de 1858, nació su hijo Rodolfo.
Luego, viajó a la isla de Madeira para recuperarse, pero al regresar a la corte, la realidad fue brutal. Retomar la vida cortesana, someterse a la etiqueta y soportar de nuevo la incomprensión de su entorno la derrotaron, hasta el punto de que se temió seriamente por su vida.
Isabel de Baviera acordó con el emperador que no se sometería a la disciplina de la corte más que cuando fuera estrictamente necesario. Cumpliría con sus deberes de emperatriz, pero se reservaría un territorio propio donde cultivar su propia individualidad.
Sin embargo, esto no impidió que Sissi se mantuviera alejada de los asuntos de Estado. En esa época, Hungría, aunque parte del Imperio, luchaba por recuperar sus antiguos privilegios. Viena había suprimido sus prerrogativas constitucionales como respuesta al levantamiento nacionalista y liberal de 1848. Elisabeth simpatizaba con los rebeldes aristócratas húngaros, quienes no dejaban en paz las mentes conservadoras del Imperio. Esto le trajo una gran enemistad con la corte vienesa.
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Isabel de Baviera logró mantener Hungría unida al Imperio. Tras la derrota de Sadowa, en 1866, cuando los ejércitos prusianos avanzaban hacia Viena, Sissi decidió refugiarse en Budapest junto con sus hijos. De esta forma, demostró una confianza inquebrantable con el territorio.
Sissi, Isabel de Baviera, la emperatriz. Foto X @aullido26
Poco después, Andrássy, figura política clave en la historia de Hungría, y el emperador negociaron los términos para que el territorio sea considerado un Estado constitucional y que se configurara el Imperio austro-húngaro, dos Estados soberanos con regímenes y gobiernos distintos, pero unidos bajo una sola corona.
El 8 de junio de 1867, Francisco José y Elisabeth fueron coronados solemnemente reyes constitucionales de Hungría en la iglesia de Nuestra Señora de Budapest. En prueba de su reconocimiento, el pueblo húngaro les hizo donación del castillo barroco de Gödöllö, en las inmediaciones de la capital. Fue allí donde, un año después, nació la última y más querida de sus hijas, la archiduquesa María Valeria.
El nacimiento de María Valeria marcó el comienzo de una nueva etapa para la pareja imperial. Pese a sus diferencias, existía entre ambos una relación cordial y amistosa, basada en un sincero afecto y una profunda generosidad.
Sissi, Isabel de Baviera, la emperatriz. Foto X @historiacuyarte
En 1885, el emperador comenzó un nuevo romance con Katharina Schratt, una actriz de Viena, con el consentimiento de Elisabeth, quien la llamaba cariñosamente "la amiga". Sissi era consciente de que Katharina le proporcionaba a su esposo la compañía, el afecto y la pasión que ella, atrapada en su propio dolor y distanciamiento, no podía ofrecerle.
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Años después, una nueva preocupación surgió en la vida de la emperatriz: el deterioro del matrimonio de su hijo Rodolfo con Estefanía de Bélgica, una joven que nunca fue de su agrado. Estefanía, con su carácter conservador y tradicional, representaba todo lo contrario a la personalidad liberal, culta y poco convencional de Rodolfo.
Un día, Rodolfo fue encontrado muerto en el pabellón de caza de Mayerling, junto a su amante, María Vetsera. Todo indicaba que el príncipe había disparado primero contra María y luego se había suicidado. La versión oficial habló de una alteración mental del heredero, pero la sospecha de un posible crimen de Estado nunca dejó de rondar sobre los trágicos eventos de aquel 30 de enero de 1889.
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Tras la muerte de Rodolfo, Elisabeth recayó en una profunda depresión y acusó a la corte vienesa de ser la causante indirecta de la muerte de su hijo. Estuvo de luto perpetuo y nunca volvió a vestir de color, viajó frenéticamente sin rumbo alguno, siempre escondida tras un gran abanico o un velo para que no la vean.
El 8 de septiembre de 1898, durante uno de sus innumerables viajes, Elisabeth se encontraba alojada en el hotel Beau-Rivage de Ginebra. Dos días después, cuando se disponía a tomar el ferry que iba a llevarla a Montreux, tropezó casualmente con otro pasajero.
Isabel de Baviera "Sissi" emperatriz austrohúngara . Foto X @CineHistorico
Sintió un fuerte golpe en el costado y, una vez en el barco, se desvaneció. Murió aquella misma tarde. El viajero atolondrado que se había cruzado en su camino era en realidad un anarquista italiano llamado Luigi Lucheni y le había clavado un estilete muy cerca del corazón.
Aunque su deseo era descansar en paz a orillas del Mediterráneo, en Corfú o en Ítaca, el emperador no siguió su voluntad. Su condición de emperatriz de Austria-Hungría la obligaba a ser sepultada en la cripta de los Capuchinos. Así, descansa en Viena, la ciudad que nunca la comprendió y donde vivió tan infeliz.
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