Distintas investigaciones revelaron la presencia de estas partículas contaminantes en diferentes lugares: desde el corazón y el cerebro hasta en los alimentos que se consumen diariamente.
En el mundo se fabrican cada año más de 400 millones de toneladas de plástico. Además de acumularse en los mares y causar graves daños ambientales, también afectan directamente a los humanos, ya que su avance es tal que ya forman parte de nuestros cuerpos, en forma de lo que llamamos "microplásticos". Los microplásticos son pequeñas partículas que surgen como resultado de la descomposición de productos que contienen este material, como ciertos cosméticos, productos de limpieza y textiles sintéticos.
Los científicos ya descubrieron presencia de estas partículas en el aire, el agua, el suelo y hasta en los alimentos, ningún ser vivo es capaz de huir de sus daños ya que se adhieren fácilmente al organismo: están en placentas humanas, testículos, cerebros y corazones; también en peces y mariscos, en el agua potable e incluso en saquitos de té.
Recientemente, distintas investigaciones han mostrado que la presencia de microplásticos puede generar un riesgo de salud a largo plazo y en algunos casos hasta puede ser fatal, ya que genera daños celulares, alteraciones hormonales y hasta efectos en el desarrollo cerebral.
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Una investigación científica realizada por expertos de PlasticHeal mostró por primera vez que los microplásticos se encuentran también en los saquitos de té y que pueden pasar fácilmente a las células intestinales llegando a la sangre.
Este estudio demuestra la capacidad de estas partículas para internalizar en las células intestinales humanas e incluso pueden pasarse a la sangre y extenderse por todo el cuerpo a través del flujo sanguíneo.
Además, esta investigación hizo énfasis en que los desechos plásticos representan un peligro ambiental crítico que tiene implicaciones cada vez mayores en el bienestar y en la salud de las generaciones futuras
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Un estudio científico realizado por el Conicet y por la Universidad Federal de Río Grande (Brasil) fueron los encargados de la investigación, y determinaron que se encontró basura y microplásticos en las heces de las focas de la Antártida.
En estudios anteriores ya se habían hallado microplásticos y otros residuos en el lugar, específicamente en animales como el krill y el pingüino, dejando así en evidencia que el plástico viaja incluso a los territorios menos poblados de la tierra.
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Según arrojó la investigación de la Universidad de Nuevo México (UNM), las partículas fueron encontradas en todas las muestras recolectadas y, en los humanos, se hallaron 329,44 microgramos por gramo en personas, en contraposición con los hallazgos recolectados en los canes, cuya cantidad fue de 122,63 microgramos. Además, se detectaron alrededor de doce tipos de partículas diferentes en los testículos siendo la más presente el polietileno.
“No queremos asustar a la gente. Queremos proporcionar datos científicos y concienciar de que hay muchos microplásticos. Podemos tomar nuestras propias decisiones para evitar mejor la exposición, cambiar nuestro estilo de vida y cambiar nuestro comportamiento", expresó el autor del estudio, Xiaozhong Yu.
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El hallazgo de microplásticos también fue una alerta luego de un estudio realizado por científicos del Hospital Anzhen de Beijing, en China y publicado por American Chemical Society en la revista científica Environmental Science & Technology, que aseguró la presencia de estas partículas en el corazón.
En esta nueva investigación hallaron pequeñas partículas de plástico de menos de cinco milímetros de ancho en muestras que fueron tomadas de pacientes que se sometieron a una cirugía cardíaca, sumada a extracciones de sangre de al menos siete de ellos. De esta forma, se confirmó la presencia de microplástico incluso en la sangre y en los pulmones.
Los científicos informaron que se encontraron nueve clases diferentes tipos de este material en cinco tipos distintos de tejido cardíaco.
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Una investigación liderada por la neurocientífica de la Universidad de Rhode Island, Jaime Ross, aseguró que con el paso del tiempo, los microplásticos se hicieron cada vez más pequeños e invisibles y que, al estar presentes en el aire, en el agua, el ambiente y los alimentos, lograron llegar al cerebro.
La publicación reveló que estas partículas lograron traspasar la barrera hematoencefálica del cerebro, produciendo así un efecto parecido a la demencia en el sistema. Por otro lado, el estudio informó que el microplástico daña las capacidades cerebrales de los humanos y que por este motivo, es necesario mantenerse alejados lo más posible de los plásticos.
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Según la revista Toxicological Sciences, un grupo de científicos también de la Universidad de Nuevo México examinó más de 60 placentas y encontró microplásticos en todas ellas. Este informe indicó además que las concentraciones de estas partículas oscilaban entre 6,5 y 685 microgramos por gramo de tejido, cuyos niveles son muy superiores a los encontrados en el torrente sanguíneo.
El riesgo de la presencia de microplásticos en la placenta impacta, según el estudio, directamente el desarrollo del feto, ya que se trata de un órgano que es capaz de transportar los nutrientes que necesita y, según los expertos, podrían experimentarse altas concentraciones de microplásticos que puedan afectar la salud del bebé e incluso su desarrollo neurológico.
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Aunque no es ninguna novedad que el plástico es uno de los mayores contaminantes que produce el ser humano, la Organización Mundial de la Salud (OMS), informó que cada año se generan más de 430 millones de toneladas de este material.
Debido al impacto que genera en la salud, la OMS, en conjunto con la OPS y otros investigadores alrededor del mundo, buscan impulsar diferentes estudios que den cuenta de un mayor conocimiento en referencia a cómo dañan los residuos al ser humano y el impacto que tiene en el medio ambiente.
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