El 38% de la población adulta tiene hígado graso y la mayoría no lo sabe. La detección temprana de este padecimiento es clave para evitar diagnósticos que pueden desembocar en cirrosis y cáncer.
Por Canal26
Lunes 24 de Julio de 2023 - 21:34
¿Por qué el hígado es la principal víctima de un mal estilo de vida? Este órgano tan valioso para el cuerpo humano, no se queja y aguanta hasta las últimas consecuencias incluso enfermedades hepáticas muy avanzadas.
Es el encargado de realizar 500 funciones para el cuerpo, incluyendo almacenar vitaminas y energía, regulación hormonal y filtrado de sustancias nocivas. Una dieta poco saludable, mucho azúcar, comida ultra procesada, elevado consumo de alcohol y sedentarismo, son causas que se relacionan directamente a lo que los profesionales de la salud denominan como "epidemia de hígado graso", que en la actualidad está afectando a un 38% de la población adulta en el planeta, según informa la Asociación Europea para el Estudio del Hígado (EASL en inglés).
Aunque la acumulación de grasa en el hígado generalmente no causa problemas graves, alrededor del 4% de los casos sí puede llevar a cirrosis, y un 0,5% puede desarrollar cáncer de hígado. Lo que parecen números inofensivos, al sumarse, pueden representar grandes daños a nivel población total. El secretario general de la EASL, Thomas Berg, explicó, “Pueden sonar a porcentajes pequeños, pero cuando vemos una condición tan prevalente, que afecta a más de un tercio de la población, se convierten en cifras enormes”.
Las cifras son claras: las enfermedades hepáticas se posicionan como la segunda causa principal de años de trabajo perdidos debido a problemas de salud en Europa, solo superadas por las enfermedades cardiovasculares. Anualmente, el continente lamenta la pérdida de casi 300.000 vidas a causa de estas enfermedades. Sin embargo, existe una esperanza: la mayoría de estos fallecimientos podrían haber sido prevenidos, ya que solo un pequeño porcentaje de ellas están relacionadas con factores hereditarios o infecciones, y se ha logrado contener su mortalidad mediante el descubrimiento de un medicamento para combatir la hepatitis C. En gran medida, el estilo de vida juega un rol determinante en esta situación, por lo que tomar medidas preventivas es clave para evitar estas trágicas consecuencias.
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El consumo de alcohol se ha asociado históricamente con las enfermedades hepáticas derivadas del hígado graso; sin embargo ahora, la variante del "hígado graso no-alcohólico" a causa de la comida ultraprocesada está ganando terreno como causante incluso de cirrosis. En Europa, donde el consumo de alcohol es muy alto, ambas formas de enfermedad hepática frecuentemente están relacionadas, “Beber está socialmente muy aceptado y creo que es difícil a veces discernir. Muchas personas que tienen obesidad o síndrome metabólico también beben”, dice María Buti, consejera de la salud pública de la EASL.
No todo son malas noticias. Aunque esta enfermedad aumentó su alcance desde 1990 hasta la fecha, hay que tener en cuenta que el hígado tiene una asombrosa capacidad de regenerarse (siempre y cuando haya al menos un 25% del órgano en buen estado); también mientras una enfermedad hepática sea detectada a tiempo, se pueden evitar otros diagnósticos más graves. Lo único que se opone a estas ventajas del hígado, es que al ser un órgano tan silencioso en su padecimiento, a veces es muy difícil diagnosticar problemas a tiempo.
La enfermera Patrizia Kunzler-Heule, especializada en afecciones hepáticas, explicó en nombre de los expertos de la salud, “Todos somos conscientes de que un estilo de vida saludable es importante; que el hígado necesita menos alcohol, buena dieta y mucha actividad física. Pero, a pesar de eso, la mayoría de la gente no está cumpliendo estas premisas, así que no se enteran de su enfermedad hasta pasados 20 o 30 años”. Cambiar hábitos, y muchas veces los alimenticios, es un proceso muy tedioso y complicado de realizar, más aún teniendo en cuenta que no alcanza con repetir mensajes sobre la importancia de tener una vida sana y las consecuencias de que no sea así.
Estudios realizados por la EASL demostraron que es mucho más eficaz reducir el consumo de, por ejemplo, bebidas alcohólicas, subiendo el precio de las mismas en lugar de haciendo campañas para intentar concientizar sobre lo perjudicial que resulta su consumo.
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Desde la medicina, con el creciente aumento de este problema, también se está tratando de poner mucho más énfasis en detectar la enfermedad en sus primeras fases, que es donde es más probable que se puedan revertir los efectos del hígado graso, según informa Virginia Hernández Gea, especialista en hepatología del Hospital Clínic de Barcelona. “A veces puedes ver alguna alteración de transaminasas, pero si no es gran cosa, depende de cómo se haga y quién la vea le dará más o menos importancia”, afirma.
Dentro de los estudios que se realizan actualmente para la detección temprana del hígado graso, los expertos sugieren que aquellas personas que poseen un riesgo mayor de contraer esta enfermedad, deberían someterse a exámenes mucho más rigurosos y profundos. Aplicando algunas características básicas dentro de la salud como el peso, si tiene diabetes, y resultados que se encuentren en análisis de sangre, se puede determinar con mayor exactitud qué personas son más propensas a padecer esta enfermedad.
Una vez diagnosticada la enfermedad hepática, los pacientes pueden encontrarse frente a diferentes estigmas sociales, debido a la asociación tradicional de este padecimiento con el alcoholismo, lo que empeora en las diferentes culturas o religiones en donde el alcohol está prohibido. Incluso en el caso del hígado graso no alcohólico, el término "alcohólico" en su nombre ya puede ser razón suficiente para generar rechazo en algunas regiones del mundo.
Por esta razón, los expertos propusieron un nuevo nombre para la enfermedad: "enfermedad metabólica del hígado asociada a esteatosis". Suprimiendo la palabra "alcohólico", se buscó reducir el estigma y las percepciones negativas asociadas con este trastorno. Esta discusión también cruzó las barreras del idioma, porque en inglés, la palabra "fat" se usa tanto para "gordo" como para "grasa", lo que algunos especialistas consideran denigrante. La búsqueda de un nombre más adecuado y respetuoso es una de las preocupaciones de los investigadores en este campo durante este último tiempo y con los avances sociales.
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El hígado graso, cuando progresa a enfermedades más graves, puede llegar a un punto en el que no se puede recuperar. Ante la dificultad en la prevención y diagnóstico temprano, la ciencia busca tratamientos para pacientes con dolencias avanzadas. Uno de los avances más revolucionarios en la medicina moderna fue el tratamiento para la hepatitis C, como el medicamento Sovaldi. Desde su lanzamiento en 2015, llegó a curar a más de 150,000 personas sólo en España. Aunque las enfermedades hepáticas continúan siendo un desafío, es vital encontrar soluciones para solucionarlas.
Por más que en la actualidad existen una cantidad de vacunas para evitar diferentes tipos de infecciones en el hígado, no hay cura para las enfermedades derivadas del hígado graso. Durante el congreso de la EASL que se celebró en Viena, se presentaron diferentes avances que muestran más esperanza frente al diagnóstico de esta enfermedad.
A través de un ensayo con 32 pacientes con cirrosis avanzada, se estudió que el trasplante fecal puede modificar la microbiota intestinal, mejorando la función de barrera e inmunidad antimicrobiana de la mucosa. “Este emocionante estudio confirma la creciente conciencia en los últimos tiempos del vínculo entre el intestino, la salud y la enfermedad hepática y sugiere que la modulación del microbioma y la restauración crucial tiene un enorme potencial para mejorar los resultados de los pacientes y será clave para nuestro conocimiento científico sobre la salud del hígado en los próximos años”, afirma Berg. En caso de que los resultados se confirmen, el tratamiento podría evitarle infecciones al paciente y también ayudar a reducir el alto consumo de antibióticos.
Sin embargo, la cura total por parte de la medicina para este diagnóstico todavía parece lejana. Por esta razón la EASL insiste en que la clave para generar un cambio en el bienestar de las personas hoy es a través de las políticas de salud pública en el mundo, pero para lograrlo se necesita de la acción de los gobiernos con este asunto.
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